Antes de 1959 esta zona era de las más pudientes del país gracias a su producción agrícola
GUANTÁNAMO, Cuba.- El artículo “Baracoa, a punto de mudarse a Holguín”, publicado este martes 24 de abril por CubaNet ha tenido repercusión entre los guantanameros y reavivado las opiniones sobre las diferencias existentes entre ellos y los baracoenses.
La idea de que los baracoenses desean pertenecer a Holguín y no a Guantánamo no es nueva. Durante mis 33 años aquí la he escuchado múltiples veces.
Las razones expuestas en el artículo, como esa de que Guantánamo muestra una insuficiente capacidad de movilización de recursos hacia la Ciudad Primada ante eventos de la naturaleza y que la vía de La Farola es extremadamente peligrosa cuando llueve, lo cual obstaculiza el rápido envío de ayuda, son ciertas, pero de ello no puede culparse a un gobierno provincial que sólo hasta hace muy poco ha podido disponer de una parte de sus ingresos para invertirlos en beneficio del pueblo.
Se afirma también que Guantánamo es un territorio con menos recursos que Holguín y con mayor pobreza, pero si Baracoa se escinde para formar parte de Holguín —la provincia con mayor ansia de protagonismo a nivel nacional y de donde han salido los tres hombres que mayor daño le han hecho al país en toda su historia— los ingresos de Guantánamo bajarán considerablemente y aumentará la pobreza. Ideas como esa reafirman entre muchos guantanameros la opinión de que el castrismo ha sido nefasto para ellos.
¿Fue siempre Guantánamo un territorio pobre?
Antes de 1959 esta zona era de las más pudientes del país gracias a su producción agrícola, su pujante industria azucarera, al comercio y a la cercanía de la base naval estadounidense que, desde su establecimiento, fue un sitio proveedor de trabajo y pingües ganancias.
Los testaferros ideológicos del castrismo sólo hablan peyorativamente con relación a ese enclave militar. Citan a los prostíbulos de Caimanera y las indisciplinas que cometían los marines cuando se emborrachaban allí o en esta ciudad, pero jamás mencionan que fueron los norteños quienes sufragaron el costo de la carretera que enlaza a Guantánamo con la base y que las visitas de los marines ingresaban sumas entonces fabulosas a las arcas del gobierno municipal. Silencian que gracias a las ofertas de trabajo de la base llegaban a Guantánamo miles de cubanos con el consiguiente beneficio económico para la ciudad y el país.
Entonces se podía entrar libremente a la base y comprar disímiles artículos de calidad y a precios más baratos que los establecidos nacionalmente, primero que sus compatriotas de otras regiones, incluidos los capitalinos.
Los alrededores de la ciudad contaban con ocho centrales azucareros, de los cuales solo uno sobrevive hoy. El activo comercio fomentado por los inmigrantes catalanes florecía junto a decenas de cafeterías, restaurantes, cines y teatros donde actuaron renombradas figuras del arte universal.
Un intenso cabotaje garantizaba un fluido intercambio comercial con otros puertos cubanos y se extendía a República Dominicana, Haití, Puerto Rico y Jamaica. Desde ellos llegaban decenas de miles de braceros para cortar caña, una labor que entonces no era apreciada por los guantanameros.
La ciudad también contaba con centros de estudios dirigidos por católicos, protestantes y prestigiosas instituciones norteñas y estaba conectada por vía aérea con La Habana, Baracoa, Santiago de Cuba, Manzanillo y otros lugares. Los viajes a La Habana llegaron a tener más de tres salidas diarias.
Llegó el comandante y mandó a parar
Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Fidel Castro fue impedir el libre acceso de los cubanos a la base naval yanqui. Para impedir las fugas hacia ese lugar sembró miles de minas antipersonales en la llamada zona fronteriza, donde han muerto numerosos cubanos. Quienes apostaron por continuar trabajando en la base tuvieron que soportar por años la discriminación de que fueron objeto al ser considerados agentes potenciales del enemigo.
El acrecentamiento de la hostilidad entre Cuba y EE.UU. provocó que esta zona del país fuera vista como la primera trinchera de combate. Se optó por no invertir durante muchos años aquí, revirtiendo el crecimiento económico de la zona que, de haber sido una de las más prósperas de Cuba pasó a ser un tercer mundo dentro del tercer mundo, según frase del mismísimo Fidel Castro al celebrar aquí, en 1985, el XXXII aniversario del asalto al cuartel Moncada.
Guantánamo no sólo sufrió por esa visión fatídica de su destino en caso de un enfrentamiento militar con EE.UU., sino también porque tuvo una dirigencia totalmente desentendida de las necesidades del pueblo, muchos de ellos de otras partes del país.
De los 8 secretarios del partido, Alfonso Hodge, Raúl Michel Vargas, un señor de apellido Cuevas que sólo estuvo unos meses en el cargo, Juan Carlos Robinson, Rider Díaz Leyva, Orlando Vélez Carrión, Luís Antonio Torres Iribar y Denny Legrá Azahares, por este orden, sólo nacieron aquí Robinson, Torres Iribar y el actual, aunque este es baracoense, un detalle importante si se confirma el rumor de que la Primada va a pasar a ser parte de Holguín.
De esos dirigentes sólo es recordado con agrado Alfonso Hodge —que aunque hizo muy poco por la provincia era muy popular por su trato con la población— y Luís Antonio Torres Iribar, porque comenzó a mejorar el comercio, la gastronomía y ciertas zonas de la ciudad, aunque también acrecentó la represión contra la oposición pacífica.
En cuanto a los dirigentes del poder popular los guantanameros no recuerdan a ninguno con beneplácito, lo cual dice mucho de su labor. El caso es que ninguno fue electo por el pueblo sino por una ínfima porción de electores y eso crea animadversión pues ningún hombre es lo suficientemente bueno para gobernar a otro sin su autorización, como alguna vez dijo atinadamente Abraham Lincoln.
A casi 60 años de castrismo el comercio y la gastronomía siguen mal pues el maltrato, la mala calidad de los productos y la violación de los derechos de los consumidores son evidentes.
De más de siete cines que existían antes de 1959 sólo funciona uno y el movimiento teatral está enfermo de muerte desde hace más de veinte años.
Lo que un día fue una floreciente industria azucarera casi no existe pues de ocho centrales sólo queda uno y la producción ha descendido extraordinariamente. Igual ocurre con la industria cafetalera y las producciones agrícolas.
Más del 90% de las calles de la ciudad están en mal estado y este hecho, unido a la pésima calidad en la terminación de gran parte de las viviendas construidas con esfuerzo propio, produce un efecto muy desfavorable.
En cuanto al transporte aéreo Guantánamo sólo se comunica por esa vía con La Habana con cuatro vuelos a la semana aunque la mayoría de los vuelos se cancelan por falta de aviones. De hecho, la semana pasada sólo hubo un vuelo.
Sólo en las áreas del deporte y la salud Guantánamo ha mejorado con respecto a la época capitalista pues la educación es inferior a la de esa etapa si nos atenemos a los conocimientos adquiridos por los estudiantes.
Por estos hechos Guantánamo es hoy la zona más atrasada del país y, a la vez, el ejemplo más notorio del fracaso económico de la dictadura comunista.
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