lunes, 6 de septiembre de 2021

 

Cuba y el virus comunista chino

Una vez más me veo obligado a abordar en este diario digital el tema de las vacunas cubanas contra la COVID-19 y otros aspectos de la mortal enfermedad

LA HABANA, Cuba. — Una vez más me veo obligado a abordar en este diario digital el tema de las vacunas cubanas contra la COVID-19 y otros aspectos de la mortal enfermedad. Hace semanas me referí a las mofas de los plumíferos y cotorrones sobre los colapsos hospitalarios que sufrían diversos países extranjeros, la propaganda triunfalista de los castristas sobre lo que entonces eran simples candidatos vacunales y la renuencia del régimen a disfrutar de los beneficios del mecanismo COVAX, destinado a suministrar inmunógenos a los países más pobres.

Ahora debo retomar el tema para aludir a lo que muchos ciudadanos perciben como la inoperancia de las muy publicitadas Abdala y Soberana-02. También a la minimización de los efectos de la pandemia que hacen los altos jefes, la arremetida de estos últimos contra el personal asistencial de la Isla y la sorprendente cuarentena total decretada en Santiago de Cuba, dizque para frenar la propagación del virus.

Sobre el primero de esos cuatro aspectos, conviene señalar, ante todo, el silencio que guardan las autoridades cubanas. A diario transmiten un aburrido programa televisivo consagrado a esa materia. En él, el doctor Durán ofrece montones de datos insustanciales sobre el número de contagiados y muertos con la COVID-19.

Sin embargo, el actual Epidemiólogo en Jefe se muestra renuente a adentrarse en los pormenores de la elevada incidencia de la enfermedad pese a que, según cifras oficiales, hay un considerable porcentaje de ciudadanos ya vacunados. Para ello debemos remitirnos al doctor Emilio Delgado Iznaga, director provincial de Salud en La Habana.

Según el diario digital 14ymedio, el referido facultativo reconoció días atrás que, de los contagios registrados, “el 73% ya estaban vacunados”. La propia información, en su titular, señala lo más importante a escala nacional: “En Cuba, los vacunados son más del 50% de los contagiados, muy por encima del promedio mundial”.

Considero que un dato tan alarmante como ese bien merecería la necesaria profundización oficial; pero esta ha faltado. Según la misma fuente, las autoridades han asegurado que “se trabaja” con el fin de “establecer cuántas de las personas han sido vacunadas con las tres dosis y poder determinar la efectividad de la vacuna”. Han utilizado —pues— los giros del argot castrista que generalmente se utilizan para justificar el no hacer nada.

Parece que para Durán García y hasta para el eminente matemático doctor Raúl Guinovart resulta demasiado complicado sacar esas cuentas… Los cubanos de a pie —por ende— seguiremos sin saber los datos oficiales sobre cuántos de los fallecidos por la COVID-19 estaban ya vacunados. Seguiremos —pues— sin poder valorar la eficacia (o inoperancia) de las flamantes vacunas nacionales.

Este asunto de las cifras oficiales (concretamente, de fallecidos) que brindan las autoridades de la Isla nos lleva directamente al segundo de los temas apuntados arriba. En días recientes conocimos a través de Diario de Cuba las declaraciones que hizo al respecto el doctor Emilio Yaser Pando Hernández. Se trata de una revelación que, en mi opinión, no ha recibido la atención que merece.

El galeno denunció: “Estas discrepancias sobre la cantidad de pacientes que mueren en el día y las cifras oficiales se deben a un acuerdo ‘que está fuera de nuestras manos’, y que consistía en informar las muertes ‘de aquellos pacientes que no tenían comorbilidades’”. Si el aquejado tiene una enfermedad de base, “la causa de la muerte que se sustenta en el certificado va a ser la descompensación de su enfermedad de base”.

¡Más claro, ni el agua! Se sabe que el régimen castrista y su aparato de agitación y propaganda son especialistas en todas las modalidades de la mentira. Pero el doctor Pando, con claridad y valentía, ha revelado cuál es el modus operandi concreto que emplean los castristas para mixtificar la verdad en este tema. Un método que, en su simplicidad maquiavélica, les permite maquillar las cifras de modo desvergonzado.

Pasando a un material más reciente, debo referirme a las torpes declaraciones formuladas en Cienfuegos por el primer ministro Manuel Marrero Cruz. Según el diario digital recién mencionado, el mayimbe declaró: “Cuando usted suma la falta de medicinas, esto, lo otro, es inferior que la cantidad de quejas y denuncias por el maltrato, la dejadez, porque no los visitan. Es increíble eso”.

La reacción de los aludidos no se hizo esperar. Creo que vale la pena destacar lo expresado por la doctora Kenia Castellón, médica de policlínico y profesora universitaria. Según 14ymedio, la facultativa se explayó contra el Jefe de Gobierno: “No sabe lo que está hablando”; “si va a buscar culpables, deje tranquilo al personal de salud que está dejando su vida, literalmente, en esto”.

Y prosiguió la eminente profesional: “Desde que se declaró la fase de transmisión comunitaria todos estamos en línea roja, somos soldados de una guerra nuclear y andamos con tirapiedras”. Y concluyó con una frase tajante y lapidaria: “No joda… es verdad que cuando empieza el naufragio, las ratas son la primeras en abandonar el barco”…

Para terminar con los cuatro temas arriba esbozados, debo referirme a las “nuevas medidas especiales” que, frente a la pandemia, “comenzarán a implementarse desde este viernes en la provincia de Santiago de Cuba”. Esto lo anunció la Gobernadora de ese territorio, conforme a la Agencia Cubana de Noticias (ACN). ¡Y esto a pesar de haber reconocido que “hay una discreta disminución de pacientes positivos”!

Es cierto no sólo esto último; también que, según las cifras oficiales, la aludida provincia no es, ni de lejos, de las más afectadas por el virus comunista chino. Parece —pues— una decisión infundada (y hasta una completa arbitrariedad) que haya sido precisamente en la segunda ciudad del país y su provincia que se haya decretado esa cuarentena total.

Aquí debo mencionar el llamado hecho por organizaciones de exiliados a iniciar el pasado viernes una huelga general contra el comunismo en Cuba. Acoto que no estoy de acuerdo con llamados de ese tipo cuando falta poder de convocatoria. En esencia, ellos no tienen otro asidero que los buenos deseos de sus autores para sacar a nuestra Patria de la tragedia que hoy sufre.

Pero el hecho cierto es que hubo ese llamado; también es verdad el cierre total de Santiago de Cuba. ¿Estarán ambos sucesos desvinculados entre sí! ¿Obedecerá esa medida inexplicable al propósito de evitar el respaldo de los levantiscos orientales a la referida huelga! Mantengámonos al tanto de la evolución de la pandemia en la Isla.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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