Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
Una vez más el régimen castrista
echa mano a las bicicletas como supuesta solución a los crecientes problemas
del transporte público. Éste fue uno de los aspectos fundamentales de las decisiones
adoptadas durante la más reciente reunión del Consejo de Ministros, encabezada
por el general-presidente Raúl Castro.
Según éste, ya se notan
resultados como consecuencia de los cambios realizados. Las modestas reformas “sin
pausa, pero sin prisa”, han permitido que la economía cubana se mueva “a un
ritmo más rápido de lo que se imaginan quienes critican nuestra supuesta
lentitud”, aseguró el actual jefe supremo.
Sin embargo, los reiterados
incumplimientos en el traslado de pasajeros y los problemas de todo género en
ese campo (a los cuales se refirió de manera pormenorizada el actual zar
económico Marino Murillo Jorge), parecen desmentir las afirmaciones del General
de Ejército referidas en el párrafo precedente.
Según el citado vicepresidente
del gobierno, las dificultades incluyen el carácter “inestable, insuficiente y
de baja calidad” del transporte de pasajeros en La Habana (la ciudad que es,
con mucho, la que tiene un servicio menos malo). La información oficial también
aludió al “deterioro del estado técnico de los equipos y la insuficiente
gestión del Ministerio de Transporte y las direcciones provinciales para
garantizar a tiempo el suministro de partes y piezas”.
Las palabras de Murillo sobre las
sustracciones perpetradas en las empresas del Estado para beneficio de los
dueños de vehículos particulares, constituyen un verdadero paradigma del
eufemismo: “Los principales insumos para estas labores, tanto el combustible
como las piezas de repuesto, son adquiridos en el mercado informal, cuya fuente
principal es el sistema estatal”. Delicadísima forma de aludir a la corrupción
imperante.
El mal estado de las vías, la
carencia de condiciones adecuadas en las actuales paradas de ómnibus, así como
el alumbrado público deficiente que impera en esos sitios, fueron otros
aspectos también reconocidos por el jerarca económico del régimen.
Es ante esa situación calamitosa,
que de nuevo, al igual que sucedió al inicio del tristemente célebre “Período
Especial en Tiempos de Paz”, a comienzos de la década de los noventa, se
recurre a los ciclos como hipotética solución para el desbarajuste del
transporte público de pasajeros, que a derechas no existe en muchas ciudades
del interior, en las que imperan los carros de tracción animal y los bicitaxis.
Así, pues, veremos de nuevo a
masas de humildes cubanos, sudorosos y famélicos, obrando como verdaderos
motores humanos para lograr llegar a sus respectivos destinos. Dadas las
elevadas tasas de accidentalidad y la escasez de vías especiales para
bicicletas, es de presumir que la reimplantación de esta medida provoque un
aumento de los muertos y lesionados en ocasión del tránsito, cuyo número es
alto de por sí.
En el caso específico de los
varones, el constante pedaleo —que los urólogos desaconsejan de manera
insistente— constituirá el preludio a la prostatitis e incluso a la disfunción
eréctil. Sobre todo entre muchos jóvenes, una prematura impotencia será —pues—
el nuevo regalo que les hará la gerontocracia castrista.
La Habana, 3 de julio de 2013.
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