miércoles, 18 de septiembre de 2013

Haciendo “el caso del perro”




Dr.René Gómez Manzano
Abogado y periodista Independiente



LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Entre los numerosos relatos que ilustran la vida cotidiana en Corea del Norte, hay uno que me resulta particularmente interesante por su poder descriptivo. Lo escuché de labios de un “misionero”, término que en este caso no tiene connotación religiosa alguna, pues sólo alude a uno de los funcionarios cubanos que integran lo que en lenguaje maoísta se conoce como “burocracia viajera”.
Mientras el recién llegado contaba los wons que acababan de entregarle en concepto de dietas, el compatriota que lo acompañaba —un diplomático de bajo rango en la Embajada cubana— le hizo una propuesta inesperada: “Si me enseñas a algún coreano que no lleve en el pecho la imagen de Kim Il Sung, te regalo una suma igual a la que acabas de recibir”.
Tras una semana de estancia en Pyongyang, por mucho que se fijó, no logró ver a un solo nativo que no exhibiera, justo sobre el corazón, la chapa metálica con el rostro torvo del fundador de la dinastía.
Esta anécdota refleja con elocuencia las realidades del régimen estalinista, que en esa desdichada mitad de la península coreana ha alcanzado un grado insuperable de absolutismo y perfección. No en balde, Fidel Castro, al retornar de la visita que hizo a esa capital, se deshizo en elogios sobre la “disciplina” y la “gran organización” reinantes en la satrapía de la familia Kim.
He recordado este episodio con motivo del llamado hecho hace unos días por el ex recluso René González Sehwerert: que cada cubano exhibiese una cinta de color amarillo para conmemorar el aniversario 15 de la detención en Miami de la docena de espías de la Red Avispa. (Aclaro que, de todos estos últimos, los únicos que interesan ahora a mi tocayo y a sus jefes son los cinco que asumieron una postura recalcitrante frente a las autoridades norteamericanas).
Este jueves recorrí distintos puntos concurridos de mi Vedado; también recibí información de primera mano de personas serias que visitaron otros lugares céntricos de la capital. Lo que se percibió en las calles fue un desprecio mayoritario por la consigna martillada durante días por la propaganda comunista.
La cifra más alta que me mencionaron fue la correspondiente al centro de la ciudad: poco más de un diez por ciento de los adultos con alguna ropa o cinta de color dorado. En términos comparativos, estamos hablando —pues— de una minoría bastante exigua.
Para colmo, la generalidad de los que yo personalmente vi, eran trabajadores, y ya se sabe que, en un centro laboral, no resulta fácil negarse a imitar a los conductores del rebaño. También llamaron mi atención, entre los amigos de las telas gualdas, algunos vendedores ilegales, que al parecer deseaban hacerse perdonar sus infracciones.
Resulta oportuna una aclaración: En un país libre, una proporción como la antes mencionada podría ser considerada como un éxito. Pero en un estado totalitario como el de nuestro archipiélago, que aspira a controlar por completo a sus súbditos y mira con envidia hacia Norcorea, ella sólo puede ser valorada como un verdadero fiasco del régimen, que demuestra de modo elocuente el resquebrajamiento del control social que el castrismo desearía mantener.
Es bueno señalar que el fracaso de la iniciativa fue reconocido de manera tácita por los voceros oficialistas. Los participantes en la Mesa Redonda, que estuvo consagrada por entero al tema, se extendieron en la descripción de los actos de solidaridad con Los Cinco realizados en lugares como Rusia, Irlanda o el Líbano. Pero guardaron total silencio sobre los resultados que tuvo en la misma Cuba la campaña lanzada por González Sehwerert. Silencio análogo guardó el Noticiero Nacional de Televisión.
Aclaro que generalizo y atribuyo el fiasco al actual gobierno cubano porque ya se sabe que en este país —al igual que en los demás de su mismo corte— ninguna persona, por muy miembro de Los Cinco que sea, puede hacer por su cuenta una convocatoria de ese tipo. (Y suponiendo que la hiciera, el llamado no recibiría el apoyo total de los medios si no va precedido por una decisión de la jefatura del régimen.).
El rechazo mayoritario de los ciudadanos cubanos al sistema imperante desde hace más de medio siglo, se pone de manifiesto de modos diversos. A ellos ahora ha venido a sumarse otro, que consiste simplemente en aplicar el conocido refrán y “hacerle el caso del perro” a las instrucciones concretas provenientes de las altas esferas.

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