Dr.René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
Este fin de
semana hemos conocido un nuevo incidente tragicómico en la política
venezolana. Conforme a lo que denunció con palabras furibundas el
presidente actuante Nicolás Maduro en una reunión de sus parciales,
un sector de lo que él llama “la oposición amarilla”,
encabezado por Juan José Rendón, ha ideado una nueva fabulación.
Según el ex
guagüero, el nuevo incidente, en el que se entremezclan lo
fulleresco, lo cómico y lo grotesco, consiste en que, utilizando los
servicios de un hábil imitador, se ha dado a conocer una grabación
en la cual, supuestamente, el teniente coronel Hugo Chávez expresa
que él no ha muerto, y que sólo se encuentra secuestrado por los
mismos que dicen ser sus seguidores.
Este sainete
rocambolesco se suma a los otros que a lo largo de los meses han
caracterizado el mandato de Maduro. Por supuesto que el nuevo
incidente no se acerca siquiera a la ridícula narración que hizo el
entonces candidato cuando afirmó haber sostenido un diálogo con un
pajarito que era nada menos que el alma de Chávez. En esto, desde
luego, nada tuvo que ver la oposición.
Asimismo se
diferencia esta nueva situación de las últimas manifestaciones
hechas por el actual inquilino del Palacio de Miraflores en su afán
por agudizar el conflicto con Estados Unidos. Me refiero, ante todo,
a su acusación al gobierno de ese país por no haberle autorizado a
sobrevolar Puerto Rico. (¿Para qué —se pregunta uno— hace falta
pasar por la Isla
del Encanto
para viajar desde Caracas a Europa!).
También estoy
aludiendo a las denuncias, hechas en lo que parecía ser una fábrica
de automóviles, desde una mesa en la que se veían pequeños modelos
de esos vehículos, sobre supuestas amenazas (que no definió de
manera concreta en qué consistían) contra su integridad personal.
Esto —afirmó— le impedía viajar a Nueva York con el fin de
participar en el debate en la Asamblea General de las Naciones
Unidas.
Estas
declaraciones tienen el evidente propósito de exacerbar el
enfrentamiento con Washington, pero, a diferencia de lo que en su
tiempo sucedió con Castro en Cuba, la contraparte norteamericana
parece empeñada en hacer caso omiso de los desplantes de Maduro (al
igual que sucedía antes con los de Chávez). El país del Norte
sigue siendo el principal socio comercial de Venezuela.
En ese contexto,
la nueva gritería del ex guagüero ahora alojado en Miraflores, se
destaca por su carácter interno. Sus amargos reproches a la
oposición, su descripción de Rendón como “un bandido de cuatro
suelas” y un “mal nacido”, se suman a otros muchos insultos
proferidos por él para tratar de desprestigiar a aquellos que se le
enfrentan.
Por supuesto que
no es mi propósito ponerme a defender a ultranza las ocurrencias de
los autores de esta nueva maniobra contra el gobierno de Caracas. Lo
que sí deseo destacar es que, en este caso, resulta oportuno
recordar el sabio refrán: Aquellos
polvos trajeron estos lodos.
El flamante
presidente en funciones podrá mostrarse muy indignado por esa nueva
ofensiva proveniente de la oposición. Pero tenemos que recordar que
la actuación desplegada durante los últimos meses de vida del
anterior jefe de Estado por el propio Maduro y los restantes jerarcas
chavistas, y hasta por parientes del operado (como su hermano Adán,
también involucrado en el actual affaire),
dio pie para ideaciones como ésas.
A partir del
momento en que se inició el último viaje de Hugo Chávez a La
Habana, desde múltiples sectores alternativos de la sociedad
venezolana se alzaron numerosas voces críticas. Los inconformes
reclamaban mayor transparencia en el tratamiento de la situación. La
demanda central era que se diese acceso directo al famoso paciente.
Maduro y sus
paniaguados se negaron de manera terminante a hacerlo. Ellos mismos
se auto erigieron en las únicas fuentes de información sobre el
estado de salud de su jefe enfermo. Aseguraban que el teniente
coronel impartía sus órdenes o firmaba decretos (como el del
nombramiento de Elías Jaua en calidad de canciller), pero ellos
mismos constituían la única garantía de la hipotética
autenticidad de esas decisiones.
En ese contexto,
¿por qué se quejan ahora del nuevo invento del señor Rendón! ¡Que
se atengan a las consecuencias de sus propios actos! O para decirlo
en un español más claro: ¡Que se jodan!
La Habana, 30 de
septiembre de 2013.
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