sábado, 2 de enero de 2016

América Latina ante el castrismo

Una fundación argentina se destaca en sus muestras de solidaridad con los demócratas cubanos

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Un foro de CADAL (foto tomada de internet)
BUENOS AIRES, Argentina.- En los años iniciales del castrismo, hubo un rechazo militante y casi general de los países de Latinoamérica ante la implantación en Cuba del exótico régimen marxista-leninista y el apoyo brindado por éste a la subversión de extrema izquierda en todo el continente. Pero, durante los últimos lustros, ha habido una involución en ese sentido: prima un notable grado de indiferencia hacia la situación peculiar del Archipiélago y el triste destino de su pueblo.
Fue como si esos estados de nuestro entorno cultural aceptaran la excepcionalidad de Cuba, la implantación en esa tierra antillana de un sistema en el que imperan un partido único, la eternización en el poder, el control ineficiente y casi absoluto de la economía, la anulación de las esperanzas de progreso para el pueblo, la represión más despiadada y la militarización de la vida nacional.
Entre los gobiernos latinoamericanos —con la posible excepción de Costa Rica durante cierto tiempo—, se fue extendiendo la aceptación del castrismo tal y como éste es, sin cuestionamiento alguno. Saltaron entonces a la vista —años atrás— las diferencias con las posturas asumidas por autoridades de Estados Unidos y la Unión Europea —y algunos otros países como Canadá, Suiza o Japón—, que de modo público y expreso rechazaron las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el régimen de La Habana.
Como regla, las organizaciones de la sociedad civil de América Latina asumieron una postura análoga a las de sus respectivos gobiernos. Aunque esta afirmación pudiera ser matizada un poco en el ámbito de los vínculos a nivel continental, es un hecho cierto que esa postura ha predominado —por desgracia— en el campo de las relaciones bilaterales. La práctica imperante ha sido la de desconocer la existencia de las entidades no gobiernistas de la Isla.
Dentro de ese cuadro —que sólo podemos deplorar— resalta una notable excepción: me refiero al Centro para la Apertura y la Democracia en América Latina. Se trata de la fundación argentina más conocida por las siglas CADAL, que preside Gabriel Salvia. Entre los días 14 y 19 de diciembre pude visitar la ciudad de Buenos Aires gracias a la invitación que me formularon esos solidarios amigos.
Durante mi estancia en la hermosa capital rioplatense, pude constatar la intensa labor que realizan esos defensores de los derechos humanos. Esto quedó concretado en sus numerosas publicaciones y las diversas conferencias que ellos convocaron y celebraron, con buena asistencia de público. Son impresionantes los vínculos que mantienen con diversos sectores de la sociedad civil argentina y con distintas fuerzas políticas del país austral, en particular con la Propuesta Republicana (PRO), cuyo líder Mauricio Macri se encuentra desde hace pocos días al frente de ese país hermano.
Durante mi estancia, tuve el honor de ser recibido por Federico Pinedo, presidente provisional del Senado. (Y también ex Jefe de Estado, aunque este cargo sólo lo ocupó durante las doce horas que mediaron entre el cese —declarado judicialmente— del mandato de Cristina Fernández y la toma de posesión de Macri. El amigo Salvia bromea: “Ha sido el Presidente menos cuestionado en la toda historia de nuestro país…”)
Asimismo (y pese a estar en receso todos esos órganos) tuve la ocasión de entrevistarme con miembros de la Cámara de Diputados Federal y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Me impresionó la juventud de esos representantes del electorado. También su disposición a laborar por solucionar los problemas que enfrenta ahora mismo la Argentina y su solidaridad expresa con los demócratas cubanos.
Una de las frases lapidarias de nuestro Apóstol Martí reza: “Honrar honra”. Y yo me siento honrado al destacar la actitud solidaria de esos políticos argentinos. Y también la de Gabriel Salvia, María Teresa Reviriego —pionera en la Argentina, desde los años ochenta, de la lucha en pro del respeto a los derechos humanos en Cuba—, Hernán Alberro y los restantes amigos de CADAL.

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