lunes, 4 de abril de 2016

El éxodo interminable

Los oficialistas y sus adláteres continúan expresando que la causa está en la Ley de Ajuste Cubano

 |  |  7 Comentarios comment count
Mariel
GUANTÁNAMO, Cuba.- El primero de abril de 1980 un grupo de ciudadanos a bordo de un ómnibus penetró en la sede de la Embajada del Perú y pidió asilo político, el cual les fue concedido. En el suceso perdió la vida el policía Pedro Ortíz Cabrera, según algunas versiones a consecuencia de un disparo dirigido al ómnibus, hecho por uno de sus compañeros de armas. Ante la negativa del embajador de entregar a los solicitantes de asilo, Fidel Castro ordenó el 4 de abril retirar la protección a la embajada. De inmediato comenzaron a penetrar en ella miles de cubanos deseosos de emigrar. Este fue el inicio del Éxodo por el Mariel.
Estos sucesos son sólo un capítulo de un capítulo migratorio interminable, iniciado en 1959. Primero salieron los más cercanos colaboradores de Batista y otros miembros de la aristocracia cubana. Luego se produjeron los “Vuelos hacia la Libertad” por el puente aéreo de Camarioca a finales de la década de los años sesenta, pero en ese intervalo el éxodo continuó alimentándose con las salidas por mar, por la base naval norteamericana en Guantánamo y con las crecientes “deserciones” de personas vinculadas al régimen comunista.
Luego del fracaso de la Zafra de los 10 Millones, en 1970 el castrismo tomó un decidido rumbo pro soviético que culminó con el primer congreso del Partido Comunista de Cuba y la promulgación de la Constitución socialista en 1976, período en el que se ubica el tristemente célebre quinquenio gris, que otros califican como un decenio y muchos como una grisura permanente cuyo logro fundamental es haber conculcado toda esperanza ante la negativa del castrismo a realizar los cambios que Cuba necesita, que no son otros que los que Fidel Castro prometió al pueblo antes de 1959, a saber, la restitución de la Constitución de 1940 y de la democracia representativa.
Una economía incapaz de satisfacer elementales necesidades humanas y un clima extraordinariamente opresivo donde los funcionarios gubernamentales violan la Constitución y los derechos humanos —circunstancias que perduran—, vinculados al efecto de las primeras visitas de los emigrados cubanos que habiendo salido “gusanos” regresaban a la patria como “mariposas”, cargados de amor, regalos y de una experiencia que, si bien no estaba exenta de sacrificios y nostalgias, distaba mucho de la que el régimen difundía, fueron los detonantes del éxodo por el Mariel, hasta ahora el más masivo de todos y donde de forma pública y sin afeites el castrismo mostró su carácter terrorista.
Con esta crisis surgieron los actos de repudio, donde las fuerzas castristas, ante la condescendencia de la policía, humillaban y golpeaban a quienes manifiestaban su deseo de emigrar. Surgió así un mecanismo intimidatorio que ha persistido hasta hoy y demuestra la maldad intrínseca del castrismo y su esencia antidemocrática.
EE.UU. conoció de lo que era capaz Fidel Castro, quien impuso como condición a los cubanos que venían en yates desde Florida para recoger a sus familiares, que también debían transportar a otros autorizados para salir. Entre ellos hubo una extraordinaria cifra de delincuentes, enajenados mentales y no pocos agentes del G-2. Muy pronto los efectos se harían sentir en el estado de Florida y ser identificado como un “marielito” fue una maldición hasta que la sociedad civil norteamericana descubrió la treta del comandante.
Se afirma que salieron por esta vía hasta 150 mil cubanos. Pero después del éxodo del Mariel las salidas irregulares desde Cuba continuaron y crecieron aún más durante el llamado Período Especial, hasta que se potenciaron en 1994 con la Crisis de los Balseros.
A pesar de los acuerdos migratorios firmados entre los gobiernos de Cuba y EE. UU. en la década de los noventa del pasado siglo y de que el gobierno norteamericano ha afirmado que no va a derogar la Ley de Ajuste Cubano, una disposición que permite a los cubanos que arriban a ese país obtener la residencia y otros beneficios sociales, el reciente acercamiento entre ambas naciones, unido a la desesperanza que lacera a todo el tejido social cubano, no ha hecho más que potenciar la emigración irregular. La última crisis —aún sin solucionar— fue la de los compatriotas retenidos en Costa Rica, debido a que el gobierno de Nicaragua, haciéndole un guiño al castrismo con el evidente propósito de que el gobierno norteamericano derogue la Ley de Ajuste Cubano, se negó a continuar permitiendo el paso de los cubanos por su territorio rumbo a los EE.UU.
Los oficialistas y sus adláteres continúan expresando que la causa de esta emigración ilegal está en la Ley de Ajuste Cubano. Incierto. La causa está en la incapacidad del castrismo para propiciar una vida digna y libre para todos sus ciudadanos, en su negativa a que el pueblo se empodere y exprese mediante el voto libre, directo y secreto, cuál es su preferencia política. Si la Ley de Ajuste Cubano fuera la verdadera causa de este mal que corroe irreversiblemente a la patria no habría cubanos emigrando hacia cualquier otra parte del mundo. Desconozco si hay cubanos en Corea del Norte pero si sé que los hay en Nepal, Japón, ¡y hasta en Mongolia y la República Popular China!, lo cual dice mucho del desespero en que se halla nuestro pueblo.
El Apóstol advirtió que cuando un pueblo emigra los gobernantes deben dimitir. Pero ya sabemos que el castrismo y sus testaferros se acuerdan de Martí sólo cuando les conviene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario