viernes, 2 de junio de 2017

Fidel Castro, Nixon y la esvástica

Nunca le perdonó Castro a Nixon el buen olfato que tuvo para detectarlo cuando denodadamente negaba ser comunista

 |  |  3 comment count
LA HABANA, Cuba.- Durante muchos años, Nixon se escribió en la prensa cubana con una esvástica en lugar de la x. La orden de escribir así el apellido del presidente norteamericano la dio Fidel Castro al Departamento de Orientación Revolucionaria en julio de 1970, al calor del aquelarre anti-norteamericano desatado por el secuestro de dos embarcaciones pesqueras cubanas por el  grupo armado anticastrista Alpha 66.
El incidente de los pescadores secuestrados, del que el régimen castrista culpó al gobierno norteamericano, vino como anillo al dedo para desviar la atención del fracaso de la Zafra de los Diez Millones y hacer que se olvidara el disloque de la economía ocasionado por aquel delirante plan. Fue la inyección de fervor necesaria para levantar los alicaídos ánimos, y, una vez más, ensayar la especialidad más socorrida del Máximo Líder desde los tiempos del ataque al Moncada: convertir un revés en victoria.
Durante varios días, frente a la embajada suiza, que se encargaba de representar a los  Estados Unidos en Cuba, miles de trabajadores y estudiantes demostraron su  indignación programada, y gritaron consignas antiyanquis, antes de irse, no sin antes responder al pase de lista que atestiguaba su fidelidad a Fidel y la revolución.
Los pescadores fueron devueltos y al  regresar a Cuba fueron recibidos como héroes, pero Nixon  se siguió escribiendo con esvástica en el Granma y el resto de la prensa cubana.
Luego vino el episodio de Ángela Davis, que por entonces era una virulenta pistolera de los Panteras Negras, con peinado afro, y no la académica de pelo desrizado que es hoy, dedicada a dictar conferencias de marxismo y defender los derechos de las lesbianas.
El régimen castrista lanzó una estrepitosa campaña por la excarcelación de Ángela Davis, que sentaría el precedente para las campañas por Elián González y los cinco espías,  30 años más tarde.
Un tema musical compuesto por encargo oficial por Tania Castellanos, la esposa compositora del líder de la CTC Lázaro Peña, le sirvió de banda sonora a la campaña por Ángela Davis.
Prácticamente todos los cantantes cubanos, desde Elena Burke hasta Rosita Fornés, pasando por el dúo Mirta y Raúl y Osvaldo Rodríguez y los 5U4, tuvieron que desfilar disciplinadamente por los estudios de la EGREM para grabarla, con los más disímiles arreglos, que tuvieron que hacer para la Orquesta del ICRT desde Tony Taño hasta  González Mantici y Rafael Somavilla.
Desplazando a la nociva música pop extranjera, la canción reclamando la libertad de la Davis la ponían en la radio  a toda hora y en todas sus versiones.
Para los medios oficialistas cubanos, el malo de la película de la Davis (Ángela, no Bette) naturalmente era Nixon, escrito con esvástica. Y lo siguieron escribiendo así bastante tiempo después de Watergate y de su destitución.
Unos meses antes del impeachment, en febrero de 1974, un obeso sicópata llamado Samuel Byck fracasó en su intento de asesinar a Nixon, cuando agentes del FBI le impidieron desviar un avión de pasajeros que pretendía estrellar contra la Casa Blanca. De haberlo logrado, Nixon se habría convertido, luego de John F. Kennedy, en el segundo presidente norteamericano asesinado en 20 años, en lugar de ser considerado, como es hoy, por el escándalo de Watergate,  uno de los peores presidentes que han tenido los Estados Unidos.
Fidel Castro se encarnizó más contra Nixon que con los tres presidentes que le precedieron en el cargo (Eisenhower, Kennedy y Johnson), que fueron los más hostiles a su régimen, y los siguientes, incluidos Ronald Reagan y George W. Bush, que también lo mantuvieron en tensión y con las FAR acuarteladas, cavando trincheras y túneles.
La animadversión del Comandante se debió al hecho de que en 1959, cuando Nixon era vicepresidente de Eisenhower, luego de reunirse con Fidel Castro, no dudó en afirmar que el líder cubano era comunista y se convertiría en un peligroso enemigo de los Estados Unidos.
Nunca le perdonó Fidel Castro a Richard Nixon el buen olfato que tuvo para detectarlo cuando denodadamente negaba ser comunista, se pintaba como demócrata y afirmaba que su revolución no era roja, sino verde como las palmas.
Su venganza sería, diez años más tarde, ordenar, cual si fuese un nazi, que le endilgaran la esvástica a su apellido cada vez que fuera  mencionado en la prensa cubana.
¡Las cosas del Comandante!

No hay comentarios:

Publicar un comentario