domingo, 9 de julio de 2017

El nuevo show chavista

Los documentos difundidos en Venezuela contra un antiguo ministro de Chávez parecen falsos

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El entonces ministro del Interior Miguel Rodríguez Torres (izq.), junto a Nicolás Maduro, el 15 de octubre, en el Palacio de Miraflores, Caracas (AP)
LA HABANA, Cuba.- Se ha iniciado otro más de los shows propagandísticos que el régimen venezolano suele orquestar de tiempo en tiempo contra quienes discrepan. En este caso, su objetivo fue el general Miguel Rodríguez Torres, quien hasta octubre de 2014 encabezó la represión en el país sudamericano, tras ser nombrado por Hugo Chávez como ministro encargado de los asuntos interiores.
En esta oportunidad, la puesta en escena correspondió a Mario Silva, uno de los más incondicionales cotorrones al servicio de Nicolás Maduro. El sábado pasado, el connotado delator con títulos de periodista dedicó íntegramente su programa “La Hojilla” a denunciar al referido exministro chavista, al que calificó de “traidor”.
El plato fuerte de la mascarada es un supuesto documento de la agencia anti-drogas de Estados Unidos (la DEA). En él se plantea que Rodríguez Torres acepta declararse culpable de delitos menores y ayudar al encausamiento de altos dirigentes del régimen a cambio de que se le respete una parte considerable, aunque minoritaria, de los “ahorros” que tiene depositados en el gran país del Norte.
Mencionar a la dependencia federal norteamericana que persigue el tráfico de estupefacientes no suena nada bien (¡nada menos que en Venezuela, donde hay encumbradísimos personajes como Diosdado Cabello y Tareck El-Aissami cuyos nombres son barajados en ese contexto!). Por esa razón, el aparato de propaganda bolivariano se las ha arreglado ya para meter en el potaje a la ubicua Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Como suele suceder en estas tierras del socialismo, los cotorrones no han revelado cómo ni por qué vías llegó a sus manos el mencionado papel. Es de suponer que su fuente sería el Servicio Bolivariano de Inteligencia: el macabro SEBIN. En esta ocasión, la última parte del título oficial del órgano represivo parece poner en práctica el conocido refrán: Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
En efecto: la inteligencia ha brillado por su ausencia durante toda la cocción de este bodrio. Hasta para un no nativo como el autor de estas líneas queda clarísimo que el inglés del texto emplea una sintaxis digna de Tarzán. El escrito tiene todos los visos de haber sido redactado en castellano con una posterior traducción —ciertamente pésima— al idioma oficial de Estados Unidos.
El mismo aludido se mofa de lo que en lenguaje coloquial califica de “documento chimbo”. “Es risible”; “da pena”, afirma. También anuncia sus próximos pasos al respecto: “Ya explicaré a los venezolanos con detalles, de dónde proviene ese documento y lo mal que está hecho”.
Hasta una persona tan poco sospechosa de antichavismo como la abogada norteamericana Eva Golinger, “experta en documentos oficiales de EE.UU.”, se desmarca de esta nueva acusación. Con moderación, aunque de manera terminante, afirma que los escritos “no parecen auténticos”. “El formato no es el estilo de estos documentos, normalmente no incluyen nombres completos de informantes y el inglés está mal”, destaca.
Es probable que algún lector poco informado se pregunte el porqué de esta burda intentona, que refleja la desesperación que embarga al régimen de Maduro ante el rechazo de la gran mayoría de los venezolanos. Es el caso que el general Rodríguez Torres, pese a sus impecables credenciales chavistas, está en desacuerdo —y lo ha expresado de manera pública— con las más recientes medidas adoptadas por el heredero de su antiguo jefe.
Él se ha declarado en contra de la Asamblea Constituyente que ha convocado el régimen de Caracas. “Sé valiente y reconoce tus errores”, emplazó el exministro a Maduro por televisión. “Retoma la Constitución, anuncia un cronograma electoral y realiza las elecciones que están vencidas”, le espetó.
Sólo nos queda congratularnos de que, en este siglo XXI, a los socialistas carnívoros ya no les resulta tan fácil como en la pasada centuria alcanzar el éxito con este tipo de montajes. Sí es de lamentar que el único castigo de los calumniadores sea el ridículo. Si hay algo seguro es que los dóciles tribunales chavistas no procederán contra ellos.

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