domingo, 9 de julio de 2017

Es mejor olvidar que ajustar cuentas

Merecen aplauso los funcionarios nombrados por el chavismo que se distancian ahora del régimen

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Henrique Capriles y Luisa Ortega (chimito.me)
LA HABANA, Cuba.- Diversos medios de prensa se han hecho eco de nuevas declaraciones de la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz. En ellas, la alta funcionaria —en principio, una chavista designada por la Asamblea Nacional que encabezaba Diosdado Cabello— se desmarca una vez más de lo planteado por diversas autoridades gubernamentales.
No es la primera vez que esto sucede. Meses atrás, a raíz de los bochornosos pronunciamientos del Tribunal Supremo en los que este órgano se arrogaba facultades que la carta magna otorga al Legislativo, la Fiscal General caracterizó la arbitraria decisión —revocada acto seguido con carácter urgente por los mismos que la anunciaron— como lo que realmente era: un golpe de estado perpetrado desde las propias instituciones.
Hace una semana, la misma señora Ortega rechazó la invitación a participar en los preparativos de la “Asamblea Constituyente” que Nicolás Maduro se ha inventado en un intento por llegar a controlar todos los poderes del Estado. La alta funcionaria, quien considera que “no es necesario, pertinente, ni conveniente” el cambio esbozado, declinó aceptar una invitación de Elías Jaua, quien encabeza la Comisión Presidencial designada con ese fin.
Hace apenas unas horas, la misma Fiscal General ha presentado un informe, en el cual se desmarca de las versiones maduristas sobre sucesos diversos del convulso período reciente. Allí se reconocen el abuso de la fuerza frente a las manifestaciones opositoras, la participación de uniformados en algunos saqueos, la existencia de grupos informales armados (los llamados “colectivos”) y la ilegalidad que entraña someter a civiles a la justicia militar.
También rebatió las declaraciones del Represor en Jefe, el ministro Néstor Reverol (otro chavista ahora acusado de tráfico internacional de drogas). Con respecto a la muerte del opositor Juan Pernalete, repudió la versión oficial, que la atribuye al disparo de una pistola de pernos artesanal. En realidad, dijo, ella se debió al impacto directo de una bomba lacrimógena lanzada por la Guardia Nacional que maneja Nicolás Maduro.
Las reacciones desde el bando gubernamental no se han hecho esperar. “Pido disculpas porque yo era presidente de la Asamblea cuando esa persona fue designada como fiscal”, declaró Diosdado Cabello. También calificó lo sucedido como “una traición”. Por su parte, el ex vicepresidente Aristóbulo Istúriz, empleando un lenguaje más coloquial, expresó: “Si tuviéramos un fiscal que salte la talanquera, estaríamos fregados”.
En su desesperación, los chavistas no vacilan en violar la misma Constitución inspirada por su adorado “Comandante Eterno”. Por ejemplo, Delcy Rodríguez, la flamante canciller (cuyo cargo —como es obvio— no le otorga jurisdicción sobre posibles hechos justiciables), anunció la creación de una “Comisión de la Verdad”, que, según dice ella misma, actuará “sin manipulaciones ni arbitrariedades”. Como reza el refrán, “la recomendación viene de demasiado cerca”.
Toda esta situación creada alrededor de la fiscal Ortega posee serias implicaciones de cara al futuro inmediato. Algunos exaltados —en particular dentro del creciente exilio venezolano— cuestionan al personaje, recuerdan las arbitrariedades en las que estuvo envuelta en el pasado y anuncian futuros ajustes de cuentas con ella y con otros de su misma índole.
Esas posturas son —por decir lo menos— bastante torpes. Merecen aplauso los funcionarios nombrados por el chavismo que se distancian ahora del régimen, cuando éste se transforma cada vez más en una abierta dictadura. Un hipotético tránsito en masa hacia la oposición de altos funcionarios vinculados con Maduro, constituiría tal vez la vía mejor —y, sin dudas, la menos traumática— para que Venezuela salga del pantano en el que la tiene hundida el “socialismo del siglo XXI”.
Tenderles la mano, reconocer la osadía política que requiere emprender el camino de la rectificación, es la mejor manera de contribuir a que perseveren en ese nuevo rumbo. Y también la de propiciar que otros más empiecen a transitar ese mismo sendero.
Sería harto conveniente que esto lo comprendieran la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y la oposición venezolana en general.

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