sábado, 7 de julio de 2018

La infernal pareja Ortega-Murillo

No son trasnochados ideológicos, sino delincuentes conjurados por la codicia

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, junto a su esposa, Rosario Murillo (noticias.anotao.com)
LA HABANA, Cuba.- Los medios oficiales cubanos y Telesur, su apéndice transnacional, narran la revuelta contra Daniel Ortega y Rosario Murillo como una situación de caos e inestabilidad promovidos desde el exterior, pero llama la atención que, en su defensa de la criminal pareja, no utilicen como argumento que “el imperio y la derecha internacional” intenten apoderarse de algún recurso natural de Nicaragua.
Sí, hablan de “guerra de cuarta generación” e incluso un agente de inteligencia ha escrito que “las imágenes lo dicen todo y más, son los mismos agresores. Si observamos las fotos tomadas en los tres lugares —Kiev, Caracas y Managua— encontraremos no pocas coincidencias”. Una de ellas, según él agente, es “la práctica de quemar vivas a personas inocentes para sembrar el terror”.
O sea, los civiles que se lanzan valientemente a enfrentar a fuerzas armadas que los masacran, terminan lógicamente quemando vivos a inocentes, matando a niños pequeños, atacando escuelas y hospitales de maternidad, cometiendo los actos de barbarie más bajos que se puedan imaginar, lo cual demuestra que están manejados por el imperialismo.
“Algunas interrogantes se imponen”, asegura el agente cubano y enumera algunas: “¿Cuál es la próxima víctima? ¿Dónde más veremos actuar a los activistas de la «no violencia»? ¿Cuántos muertos más costará el plan de restauración del poder de la derecha al servicio del imperio en nuestra Patria Grande?” Eso recuerda el artículo de un médico nicaragüense en defensa del gobierno “agredido”.
Después de una incursión por la relación de la genialidad y del mal con el cerebro humano, el médico termina en “nuestra triste y penosa coyuntura necrofílica, en que nos estamos acostumbrando a amanecer preguntando cuántas personas fallecieron el día anterior producto de violencia irracional, aprendida de manuales y métodos sugeridos como de no violencia”.
Entonces menciona, por supuesto, a ese gran odiado por las tiranías, Gene Sharp, el célebre promotor de medios y tácticas no violentas para combatir el poder totalitario. “Valdría la pena conocer las estructuras cerebrales del autor de dichos métodos”, dice este cínico de campeonato, como si de veras él mismo creyera que debe haber alguna monstruosidad en la mente de alguien al que se le ocurren ideas tan macabras como la lucha no violenta.
Rosario Murillo, señora de los 28 anillos, hija de una sobrina nieta de Augusto César Sandino, asegura que odio y violencia son “el enemigo más poderoso y peligroso”, y que “hay que ser consoladores, constructores e instrumentos de la armonía y la paz. Nos sentimos indignados, dolidos, amenazados por tantas muertes. Nunca habíamos visto tanta monstruosidad, tanta profanación de nuestra fe y prácticas cristianas”.
Hace 20 años, su hija Zoilamérica, ya adulta, acusó a su padre de crianza, Daniel Ortega, de haberla violado repetidas veces desde que tenía 11 años, y la Murillo, a su vez, la acusó a ella de mitómana por obsesión de poder. Finalmente, el caso fue archivado porque el delito había prescrito y Ortega gozaba de inmunidad como ex presidente.
Con ese apoyo, la Murillo consumó una alianza demoníaca con Ortega y comenzó a ganar tanto poder que muchos la comparan con Elena Ceauşescu —la esposa del dictador rumano que llevaba el poder y murió fusilada con su marido— y hasta con Claire Underwood, la ambiciosa mujer del protagonista de House of cards. Hoy es la vicepresidenta del país.
Hay quienes creen que el castrismo y el chavismo son un sector de la izquierda latinoamericana que se aferra a una ideología obsoleta, y niegan la existencia de un gran grupo de personas complotadas por la codicia sin freno, la corrupción radical, el narcotráfico, el genocidio y el terrorismo de estado, alucinadas por el poder total y empeñadas en las campañas de desinformación más infames.
Es absurdo pensar que la derecha intenta derrocar esos gobiernos progresistas, pues son muchos los izquierdistas que se han alejado de Cristina Fernández, Maduro, Correa y Evo. De Ortega llevan ya un tiempo haciendo ascos incluso algunos castristas, porque no es para menos. Pero la trágica crisis de los últimos dos meses en Nicaragua alcanza un extremo inconcebible.
Diversos organismos internacionales, gobiernos y personalidades expresan su rechazo a las masivas violaciones de los derechos humanos que la pareja Ortega-Murillo implanta como herramienta para retener el poder, pero aún podemos escuchar en la televisión cubana: “Es obvio que a esta altura hay víctimas de bando y bando, pero la realidad es que las calles siguen siendo un hervidero que hay que parar de alguna manera”.
Parar ese hervidero con la paz de los sepulcros, haciendo fracasar el diálogo siempre que no sea manipulable a su favor, es la gran lección que aprendió Ortega del fracaso venezolano el año pasado; prometer y no cumplir, mentir siempre, maniobrar con pequeñas concesiones para ganar tiempo, concentrando la violencia en descabezar y asfixiar los focos de mayor resistencia.
Hoy las víctimas son casi 300, pero la coalición democrática ha logrado la entrada de organismos internacionales, que han condenado los asesinatos del Estado. El dúo Ortega-Murillo parece insistir en que la única elección posible es o ellos o la destrucción del país, pero no logran convencer con el terror y este sábado será la Marcha de las Flores, en Managua.
Como homenaje a los 20 niños y adolescentes asesinados por la represión de policías y paramilitares, se efectuará una caminata con flores, globos y ropas con los colores de la bandera, azul y blanco. Se supone que la presencia de tantos organismos internacionales evitará otra nueva embestida brutal contra la muchedumbre pacífica.
Mientras, la iglesia católica nicaragüense se mantiene firme junto a su comunidad y ha enviado una comisión de obispos a Roma para conversar con el papa Francisco sobre la situación del país. Ojalá el Santo Padre abandone por un segundo la preocupación por el destino judicial de su admirado Lula da Silva y recuerde que, como cantaba Violeta Parra, “le están degollando a sus palomas”.

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