
El régimen de la isla abrirá nuevas tiendas par ala venta en divisas extranjeras (Foto:
Twitter/@finanzas.com).
El anuncio de la apertura de nuevas tiendas en las que sólo podrá comprarse en divisas internacionales refleja la debilidad de la moneda cubana
LA HABANA, Cuba. – El pasado martes 15, por rara
excepción, el soporífero programa “Mesa Redonda”, de la Televisión Cubana, pudo
ufanarse de contar con una amplísima audiencia. Nuestros compatriotas,
alertados por los anuncios y promos hechos al efecto, se sentaron a enterarse
de las nuevas tiendas en divisas cuya “aperturización” fue anunciada por el
gobierno castrista.
Con ese fin, los realizadores concurrieron al llamado
Palacio de la Revolución, edificio que el Partido Comunista escamoteó al Estado
Cubano al transformarlo, de asiento de los tribunales capitalinos, en sede de
su Comité Central. Allí, ante el emblemático vitral, acudió junto a sus
técnicos el inefable Randy Alonso, conductor del programa.
En este caso, en presencia del recién estrenado
vicepresidente de la República Salvador Valdés Mesa y numerosos ministros, la
voluminosa cabeza del moderador parecía que iba a salir despedida. ¡Tantos eran
los gestos de asentimiento que hacía ante esos poderosos! ¡No en balde el
nombre de pila del personaje sirve en Cuba para denominar a esos perritos de
juguete que no cesan de mover la cabeza! (¡Qué bonito está ese randy!).
Como era natural, el tema en cuestión fue objeto de
marcado interés en la prensa independiente cubana. En este mismo portal de
CubaNet, por poner un único ejemplo, no sólo se cubrió la noticia; también se
han colgado interesantes artículos de opinión de los colegas Luis Cino, Miriam
Leiva, Ernesto Pérez Chang y Miriam Celaya.
En cada uno de esos trabajos se abordan diversos
aspectos del asunto y se arroja luz sobre importantes implicaciones de lo
planteado. Pero hay una faceta específica que —en mi opinión— parece no haber
sido valorada en toda la importancia que tiene, y que es la que aspiro a tratar
en este escrito. Me refiero al carácter ficticio y artificial del llamado peso
convertible cubano (el CUC).
Según afirman los castristas, se trata de la flamante
“divisa libremente convertible” de esta Gran Antilla. Verdad es que, si
descontamos a algún perturbado mental que podamos encontrar por ahí, esa moneda
es utilizada sólo por quien necesite comprar en Cuba alguno de los muchos
productos que no se venden en los devaluados CUP.
A partir de ahora, ni siquiera seguirá sucediendo así.
Afirmo esto tomando en cuenta las nuevas tiendas cuya creación anunciaron en la
“Mesa Redonda”. Como bien asevera la colega Miriam Celaya en una feliz metáfora
que recuerda los tiempos en que todavía el castrismo no había arrasado con “la
Azucarera del Mundo”, el CUC es sólo una “bastarda ficha de central que solo
funciona al interior del batey insular”.
Por obra y gracia de los jerarcas del fidelismo, el
peso cubano convertible es la única unidad monetaria del mundo cuya cotización
no oscila con los vaivenes de la fortuna y de los procesos productivos. Hasta
una divisa sólida e importantísima de un país inmenso —como el dólar de los
Estados Unidos— pierde algo de su valor cuando ocurre —digamos— alguna
catástrofe natural grave.
En Cuba no. Con todo y tratarse de un país pequeño y
empobrecido al extremo por el socialismo estatista, en nuestra Patria podemos
afrontar huracanes terribles (incluyendo los de carácter económico, como el
bárbaro desmontaje de la primera industria nacional) sin que el “valor” del CUC
sufra la menor perturbación. La cotización ante otras divisas (el mismo dólar
estadounidense, por ejemplo, que según los castristas vale menos que nuestro
“chavito”) permanece incólume.
Por supuesto que se trata de una gran patraña. Esa
elevada apreciación puede mantenerse sólo gracias a lo ya indicado: A que la
pequeña isla caribeña es el único territorio del mundo en que tiene algún
sentido poseer (para gastarlos en tiendas que eran de primera categoría, y
ahora pasarán a serlo de segunda) esos papelitos impresos con colorines.
La “aperturización” de los nuevos comercios castristas
(con mercancías pagaderas sólo en dólares, euros y algunas otras verdaderas
divisas) constituye el reconocimiento tácito de una verdad irrebatible: el
mismo Estado que emite el CUC lo sobrevalora de manera escandalosa y
artificial. Como bien dice la colega Miriam Leiva: “CUC y CUP son papeles sin
respaldo, solo para uso del cubano común”.
Entonces debemos constatar que la nueva red de tiendas
permitirá al pulpo militar GAESA y a otras dependencias del régimen castrista
recaudar verdaderas divisas; no los inflados “pesos cubanos convertibles”.
Por eso discrepo del colega Pérez Chang cuando afirma
que el CUC “a partir de ahora comenzará a caer en picada frente al dólar”.
Considero que esto habría sido cierto si en los nuevos comercios castristas
admitiesen también los pagos en CUC. Como los rechazan, es de suponer que en
las “tiendas recaudadoras de divisas” que hasta ahora han existido se
continuará la vieja práctica de vender, a precios exagerados, algunas
mercancías de calidad mediocre, y hacerlo en una unidad monetaria emitida y
controlada por el propio régimen y cuyo supuesto valor se mantiene inflado de
manera artificial.
En el ínterin, los grandes jerarcas de La Habana,
lejos de cumplir su promesa formal de eliminar la doble moneda, han dado este
nuevo paso hacia el uso sistemático de otra unidad monetaria adicional.
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ACERCA DEL AUTOR
René Gómez Manzano
(La Habana, 1943). Graduado en Derecho
(Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo.
Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano.
Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007).
Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios
de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de
Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux.
Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano
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