Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
En Cuba parece inminente cierto
grado de reconocimiento legal a las
uniones entre personas del mismo sexo
En
los últimos días se ha reactivado en Cuba el tema de la legalización de las
uniones entre miembros de la Comunidad LGBT. Una bloguera de nombre exótico —Sandra Abd’Allah-Álvarez— ha creado un sitio-web para
que los cubanos homosexuales que se han casado en el extranjero compartan sus
experiencias al respecto.
En un plano oficial, el Secretario del Consejo de
Estado ha anunciado la reforma inminente del vigente Código de Familia. En ese contexto ha sido mencionada de nuevo la Sexóloga en Jefa Mariela Castro Espín, y
una subordinada de ésta —la jurista Zulendrys Kindelán— declaró que, según los
proyectos que existen, las uniones de ese tipo “tendrán los mismos efectos
económicos que el matrimonio tradicional”.
De acuerdo con esta última manifestación, lo que están
contemplando por el momento los legisladores castristas parece ser la
posibilidad de reconocer los efectos civiles de ese tipo de alianzas, sin pretender
que ellas adquieran carácter conyugal. En este asunto vemos —pues— una
diferencia esencial entre los latinoamericanos afiliados al “socialismo del
siglo XXI” y sus correligionarios de otras latitudes.
Recordemos que
los iniciadores de la secta —Carlos Marx y Federico Engels—, al referirse a la
institución básica de la familia en el documento fundacional de aquélla —el
“Manifiesto Comunista”— incluyeron una de las frases más desvergonzadas y
calumniosas que sea posible leer en una declaración política: “El matrimonio
burgués es, en realidad, la comunidad de las esposas”.
Y acto seguido el conocido panfleto agrega: “A lo
sumo, se podría acusar a los comunistas de querer sustituir una comunidad de
las mujeres hipócritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial”. Con
antecedentes teóricos como ésos, no debe llamarnos la atención que el
matrimonio (al menos en su versión tradicional) no haya gozado de una
particular atención de los marxistas ortodoxos.
Esto duró hasta que a alguien se le ocurrió que esa
institución, concebida y aplicada durante milenios sólo a las uniones de un
hombre con una mujer, fuera hecha extensiva a dos personas del mismo sexo. A
partir de ese momento, este último tipo de enlace es, para los rojillos de Europa
y Norteamérica, el único que merece respeto y el respaldo incondicional del
Estado.
En este punto, los izquierdosos del Primer Mundo difieren
de sus congéneres de nuestro sub-continente. Estos últimos tienen una visión
mucho más tradicionalista —y aun conservadora—, lo cual personifica mejor que
nadie el camarada Rafael Correa, quien abomina de innovaciones como la antes
mencionada. Son conocidas sus declaraciones al respecto: “Siempre he dicho que
no estoy de acuerdo”.
A fuer de sincero, como abogado debo reconocer que
esta idea de aplicar determinados preceptos legales a realidades que difieren
en esencia de las que fueron tomadas en consideración cuando ellos fueron
promulgados, está preñada de dificultades y complicaciones de todo tipo.
Un solo ejemplo: El artículo 74 del vigente Código de Familia cubano establece que
se presumirá que son hijos de ambos cónyuges los nacidos durante la vida
matrimonial. Si se autorizara el casamiento de dos lesbianas, ¿quiere lo
anterior decir que si una de ambas queda encinta deberá suponerse que el otro progenitor
es su pareja del mismo sexo!
Otro problema jurídico a superar sería
lo previsto en el numeral 36 de la flamante “Constitución socialista”, que
define el matrimonio como “la unión voluntariamente concertada de un hombre y
una mujer”. Pero este escollo, en mi opinión, no tendría mayor importancia.
La
primera reforma del texto supralegal que acordó la “Asamblea Nacional del Poder
Popular” se hizo para cambiarle su nombre histórico a la Isla de Pinos. Si son
capaces de reunirse para aprobar (¡y por unanimidad, como siempre!) una bobería
como ésa, ¿por qué no habrían de ocuparse de otro asunto que, con independencia
de las objeciones que levante en determinados sectores, posee verdadera
importancia para un grupo apreciable de ciudadanos!
Según
lo anunciado, en las semanas venideras deberemos conocer qué cambios concretos se
harán —¡por enésima vez!— al referido Código
de Familia, en esta ocasión —y entre otras cosas— para comenzar a resolver
los diversos problemas jurídicos que enfrentan las parejas homosexuales. La
Habana, 24 de septiembre de 2014.
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