Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
García Margallo, pluralismo político rechazado. Ernesto Londoño, guiños a su cliente. La oposicion cubana, fuera del juego
miércoles, noviembre 26, 2014 | René Gómez Manzano | 7 Comentarios
LA HABANA, Cuba. — Esta semana han visitado Cuba dos extranjeros de interés. Uno es el ministro de Asuntos Exteriores de España, señor José Manuel García¬-Margallo; el otro, el colombiano Ernesto Londoño, editorialista del New York Times y protagonista principal de la campaña librada por el influyente diario izquierdista con vistas a lograr que se normalicen las relaciones Estados Unidos-Cuba.
En el caso del canciller hispano, las declaraciones que formuló a su arribo a La Habana parecen indicar cuál es el objetivo central perseguido por el largo viaje. Refiriéndose a la próxima Conferencia Cumbre Iberoamericana, que deberá celebrarse el próximo mes de diciembre en el principal puerto mexicano del Golfo, el ilustre visitante expresó: “Que Veracruz sea un éxito es para nosotros de capital importancia”.
Eufemismos aparte, estas manifestaciones apuntan al propósito central de Madrid: lograr que el flamante Felipe VI, nuevo monarca de la Madre Patria, no se vea rodeado en tierras aztecas por segundones carentes de brillo que deslucirían un evento que nació hace lustros precisamente por una iniciativa española.
En ese contexto, todo indica que para la diplomacia peninsular resulta harto deseable la presencia del mayor número posible de presidentes latinoamericanos. Esto incluye al actual Jefe de Estado de nuestro Archipiélago. A diferencia de lo que ocurría años atrás con personajes como Pinochet o Stroessner, la condición de dictador totalitario del menor de los hermanos Castro no parece preocupar a nadie en ese sentido.
Está claro que si se atribuye “capital importancia” al viaje del señor Raúl Modesto a Veracruz, entonces cabía presumir que un encuentro de García-Margallo con disidentes cubanos quedaba excluido. Ni siquiera la petición expresa formulada por Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, fue acogida, y esto pese al carácter eminentemente humanitario y no partidista de la agenda de esas dignas mujeres.
No obstante esa omisión, merecen ser bienvenidas las declaraciones del alto funcionario hispano sobre la conveniencia de una transición democrática en Cuba, lo deseable de imprimir un “ritmo más rápido” a los cambios y el pedido de que se permita salir y entrar en la Isla a los antiguos cautivos de la Primavera Negra.
Quizás la negativa del general-presidente a recibir al jefe de la diplomacia española se haya debido no a la renuencia del primero a asumir compromisos específicos sobre Veracruz ni a su deseo de no escuchar de primera mano los “mensajes muy concretos” de Washington que, según el diario madrileño El País, trajo García-Margallo a La Habana. Tal vez lo determinante en esa actitud hayan sido las declaraciones del encumbrado visitante sobre cambios y democracia, algo que lastima los oídos castristas.
En el caso del periodista colombiano radicado en Estados Unidos, su visita a la capital cubana tiene lugar a raíz de publicarse el sexto editorial consecutivo del New York Times, en igual número de fines de semana, dirigido a lograr que el gobierno de Obama dé pasos unilaterales al encuentro de su homólogo castrista. Al parecer, este nuevo culebrón de la izquierda norteamericana sólo acaba de empezar, pues Londoño recordó otra larguísima campaña anterior en pro de otra “causa justa”: en aquel caso, la legalización de la marihuana…
A estas alturas, los gestos realizados por el diario neoyorquino a la dictadura totalitaria de La Habana, más que guiños, parecen muecas, y nos recuerdan cada vez más a las zalamerías que una meretriz dirige a un potencial cliente. El pasado viernes, el rotativo mencionó nada menos que a Roberto Veiga y Lenier González, autores de la teoría de la “oposición leal al castrismo”, como interlocutores válidos que “lideran una incipiente cultura de debate”.
El periódico ya exhortó a levantar de modo unilateral el embargo y a liberar a los tres espías de la Red Avispa aún encarcelados, con la ilusión de que el gobierno castrista, en reciprocidad, suelte a Alan Gross. También ha criticado las políticas de Estados Unidos encaminadas a propiciar que los médicos cubanos que deseen escapar de la explotación feroz que sufren a manos del régimen en las llamadas “misiones internacionalistas”, reciban asilo en ese país.
Si ahora el New York Times sigue sumando otras posturas que suenan como música celestial en los oídos de los gerontócratas de La Habana, entonces parece muy natural que su redactor estrella venga a hacer turismo político a la Isla, donde de paso se entregará a la nostalgia, al rememorar sus tiempos de estudiante rojillo en nuestro país.
¿Tendrá Londoño la delicadeza de responder favorablemente a la invitación que le formuló José Daniel Ferrer, fundador de UNPACU, para mostrarle la otra “parte de la realidad cubana”? Sería lo correcto, pero lo dudo.
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