¿Por qué a Nicolás Maduro se le niega la entrada a Perú y su participación en la próxima Cumbre de las Américas y se le invita a Raúl Castro?
MIAMI, Estados Unidos.- Reviviendo los sabios refranes este artículo pudiéramos comenzarlo recordando que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Lamentablemente, en el caso de Cuba, una tiranía que dura ya casi 60 años, la ceguera ha sido universal. El hecho de que el régimen dictatorial de los Castro tenga derecho al voto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y lo que es más grave aún, sea seleccionado para ocupar un escaño en la Comisión de Derechos Humanos, demuestra la complicidad internacional y la falta de escrúpulos de esa institución a la hora de valorar las terribles violaciones a los derechos de la persona humana en la Isla caribeña y a la dignidad de todo un pueblo durante esas casi seis décadas de un régimen que persigue, encarcela y asesina a su antojo sin ninguna consecuencia a pagar. Más de cien mil presos políticos han poblado las cárceles durante esta larga noche de orfandad democrática y sufrimiento generalizado que nos ha tocado vivir a los cubanos.
Hasta el momento no es posible conocerse una cifra oficial de los mártires a quienes en acto de barbarismo se les ha arrancado la vida en los paredones de fusilamiento, de los cuales por diversos conductos se ha podido establecer que estas víctimas sobrepasan la cifra de seis mil. De la misma forma extraoficial se calcula que decenas de miles de seres humanos, en ocasiones familias completas que intentaban huir de la represión y las crueles miserias impuestas por la tiranía castrista encontraron su tumba en las aguas borrascosas del Estrecho de la Florida. Al alzar nuestras voces en justificada colérica denuncia, no podemos olvidar crímenes tan horrendos como el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, propiciado por embarcaciones torpederas por órdenes del dictador Raúl Castro, en la madrugada del 13 de julio de 1994. Fue este un acto de extrema crueldad, donde numerosas personas perdieron la vida, incluyendo una veintena de niños. Ni el derribo por aviones de combate de la fuerza aérea cubana, en aguas internacionales, de las dos indefensas avionetas de Hermanos al Rescate, donde cuatro valerosos jóvenes perdieron la vida. El conjunto de estos y otros crímenes impunes y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos nos obligan a denunciar la complicidad internacional en favor de la tiranía comunista de Cuba.
Hace apenas unas horas el nuevo mandatario de Perú, Martín Vizcarra, hablando sobre la razón de la decisión de su gobierno a no permitir la asistencia de Nicolás Maduro a la Cumbre que se celebrará en Lima los días 13 y 14 de abril del presente año, recordó que “los 14 países integrantes del Grupo de Lima habían respaldado la decisión del gobierno de Kuczynski de no invitar a Maduro, y que aquella acción se basó en la Declaración de la Cumbre de Quebec de 2001, que expresa que la alteración del orden democrático de un Estado constituye , un obstáculo insuperable para la participación de su gobierno en el proceso de cumbres americanas”.
Ante esta exposición del presidente Viscarra que reafirman la Declaración de la Cumbre de Quebec sobre la alteración del orden democrático, no es posible dejar de preguntarse: ¿Por qué a Nicolás Maduro se le niega la entrada a Perú y su participación en la próxima Cumbre de las Américas y se le invita a Raúl Castro? ¿No constituye una alteración del orden democrático una tiranía que desde el año 1959 se ha adueñado del poder, estableciendo un sistema de gobierno autoritario y despótico, sin permitir la celebración de elecciones pluripartidistas, sin libertad de expresión, ni asociación, ni permitirse a las personas viajar libremente? ¿Qué significa un país donde la totalidad de los medios de comunicación están en manos del Estado, al servicio exclusivo de sus intereses? ¿No es vergonzoso ni implica complicad que en vez de sentar al falso presidente Raúl Castro en el banquillo de los acusados como violador de todas las normas internacionales que establecen las reglas de un orden de justicia y de respeto democrático, se le invite sin escrúpulo alguno a esta Cumbre convocada para celebrarse en la Lima en días venideros?
Injustificable es la actitud del gobierno anfitrión de este importante evento al tender una alfombra simbólica de cordialidad para el tránsito de un tirano, que en su largo disfrute del poder no ha tenido ni un solo gesto conciliador con los valores de un sistema de gobierno democrático. Injustificable y frustrante para los cubanos que amamos y luchamos porque se nos respete el derecho de tener la misma oportunidad que el hermano pueblo peruano, de escoger en elecciones libres, sin fraudes ni trampas, ni imposiciones de mecanismos cuya única opción es la continuidad en el poder de la misma camarilla gobernante.
Durante la VII Cumbre de Las Américas, celebrada en Panamá durante los días 10 y 11 de abril del año 2008, el presidente de ese país, Francisco Flores, alzó con vehemencia su voz condenatoria contra Fidel Castro, acusándole de ser el responsable directo de miles de muertes de salvadoreños durante el conflicto guerrillero por la toma del poder por medio de las armas. Nunca antes, ni después, un mandatario elegido democráticamente había cantado las verdades de la falta de autoridad moral y los crímenes de Castro cometidos en El Salvador y en otros países de América Latina. Fue este un acto de valentía, una actitud de honor por encima de toda complicidad e intereses mezquinos que han hecho cerrar los ojos para no ver la falta de libertades y los crímenes de la tiranía comunista de Cuba.
Ojalá en esta VIII Cumbre de las Américas, otro jefe de gobierno con valor y decisión tenga la dignidad de alzar su voz para imputar la falta de legalidad democrática y la amplia y perversa criminalidad en el historial del mandatario Raúl Castro, y elevarse así en dignidad a la honrosa estatura del fallecido presidente Francisco Flores Pérez.
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