viernes, 31 de agosto de 2018

Los hombres mueren, ¿el Partido es inmortal?

La marcha hacia el capitalismo será un poco más rápida en los próximos años, siempre con el pie en el freno y sin pluralidad de partidos políticos

LA HABANA, Cuba.- Recientemente, el gobierno cubano ha mostrado sus razones para mantener al pluripartidismo en la lista negra.
No hay casualidad en las decisiones de los mandamases, con Raúl Castro a la cabeza, aunque aparente ser un viejito jubilado cada vez más oculto en las sombras del anonimato.
Se trata de la confirmación de un punto de vista que Fidel enarboló dentro y fuera de Cuba sin que le temblara la voz.
Todavía se recuerda la vez que, en una de sus usuales diatribas contra la democracia y la economía de mercado, rebautizó el término como pluriporquería.
La defensa de esos posicionamientos, vuelve a los órganos de prensa oficial, ahora como refuerzo al Proyecto de la nueva Constitución en el cual aparece el Partido Comunista como la única entidad política, tal y como lo ha sido desde mediados de la década del 60 por una supuesta decisión soberana del pueblo en apoyo a la revolución socialista que sería un dechado de libertad y bonanza.
De acuerdo a los estatutos de la Carta Magna, el modelo que se intenta construir sobre las ruinas del socialismo cuartelero, con sus paparruchadas, ineficiencias y castigos para quienes se salgan del redil, tiene mucho que ver con el que los comunistas chinos y vietnamitas se inventaron para eternizarse en el poder con la connivencia del gran capital.
El Partido único local alista sus estrategias para garantizarle a los inversores mano de obra esclava, entre otras facilidades, como parte de un reacomodo que le proporcionaría, no solo jugosas ganancias sino también los necesarios márgenes de silencio de sus compinches, ante un código penal tal vez más prolífero en escarmientos contra cualquier tipo de cuestionamiento al orden impuesto.
Entre los argumentos publicados en el diario Granma, hace apenas unos días, para justificar la inexistencia de otras fuerzas políticas en el horizonte político nacional, mencionaré solo dos a modo de exponer la continuidad de un pensamiento conservador que amenaza con situar al país en las coordenadas del fascismo.
Uno de ellos, trae a colación y cito literalmente la “fragmentación de las fuerzas e intromisión extranjera” y el siguiente aborda el tema de la corrupción política y administrativa.
Ambos razonamientos no bastan para acreditar el origen de una exclusión que nace de una intencionalidad puramente estalinista que precipitó la hegemonía de un caudillo, un devastador centralismo económico y el surgimiento de un Estado-partido con una perniciosa agenda contraria a las verdaderas necesidades y aspiraciones del pueblo.
Ahora que Fidel no está y Raúl desempeña sus labores de Velador en Jefe de la revolución sin dormirse en los laureles, parece que la marcha hacia el capitalismo será un poco más rápida en los próximos años, siempre con el pie en el freno y sin pluralidad de partidos políticos, tal y como establecen los códigos de una transición plagada de incertidumbres y donde la voz del cubano de a pie sigue siendo como un eco lejano.
El fin del presidente designado, Díaz-Canel, sus padrinos y secuaces es preservar el legado de los Castro, sobre todo del máximo líder.
Los tiempos obligan a violar ciertas reglas, acariciadas, a lo largo del tiempo, por el ala más fundamentalista del alto mando.
La discreta descentralización de la economía que se lleva a cabo, desde hace más de una década, es parte del paquete de reformas que potencialmente adquirían mayor celeridad con la muerte de Castro II.
El pluripartidismo está, parafraseando al poeta Heberto Padilla, fuera del juego.
En esa zona no hay convenio que valga. Ya lo dijo Fidel en vida “Los hombres mueren, el Partido es inmortal”.
La Constitución que se aprobará por que le da la realísima gana a sus autores y no por votación libre y justa de todos los cubanos, le rinde honor a ese disparate.

(Cubanet)

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