domingo, 29 de diciembre de 2019



Minnie Miñoso, la estrella que el castrismo no pudo eclipsar

El régimen castrista cometió tres injusticias con este caballero del béisbol, negándole a las nuevas generaciones la historia de uno de los mejores peloteros de todos los tiempos

WEST PALM BEACH, Estados Unidos. – Se cumplió el 97 aniversario del nacimiento de Saturnino Orestes Arrieta Miñoso. Hoy queremos recordar su ilustre carrera en Grandes Ligas y darles a conocer a quienes lo ignoran que el régimen castrista cometió tres injusticias con este caballero del béisbol, negándole a las nuevas generaciones la historia de uno de los mejores peloteros latinoamericanos de todos los tiempos, borrando una canción que popularizó la Orquesta de Enrique Jorrín en alusión al matancero y quitando un cartel con su nombre puesto por donde conectó un jonrón que no se detuvo hasta los 500 pies del plato en el Estadio del Cerro.
Sencillez, decencia, calidad atlética y coraje fueron sellos de distinción de este jugador, que llegó a Estados Unidos sin hablar inglés en una época de discriminación racial y supo romper barreras para convertirse en una leyenda. Sí, en una leyenda, porque Miñoso fue la primera estrella latinoamericana en Grandes Ligas e inspiró a los restantes que le siguieron.
Nació el 29 de noviembre de 1922 en la Finca La Lonja, en Perico, Matanzas. Desde muy joven cortaba caña y marabú en el Central España para ayudar al sustento de su hogar.
Al no poder jugar en el torneo de la Unión Atlética Amateur en una época donde en dicho circuito no permitían peloteros negros, actuó en la Liga Semiprofesional Pedro Betancourt con los equipos Partagás y Ambrosía. También con el Cuban Mining de Santiago de Cuba.
Se inició en el béisbol profesional en la Liga Invernal Cubana en 1946 con los Tigres de Marianao, equipo con el que estuvo hasta 1961, actuando en dos Series del Caribe (1957 y 1958).
Tal fue su popularidad que en dicha época se escuchaba en las vitrolas y la radio en Cuba una canción de la Orquesta de Enrique Jorrín con un estribillo que decía: “Cuando Miñoso batea de verdad, la bola baila el “cha-cha-cha”.
Esta interpretación musical con el estribillo sobre Miñoso fue borrada por el régimen castrista del cancionero popular para varias generaciones de cubanos.
Como persona, tal era su humildad que después de ser estrella del béisbol mundial en varias ocasiones organizaba un equipo con peloteros profesionales para visitar la tierra donde dio sus primeros pasos en el Central España, enfrentando en partidos amistosos a jugadores de la Liga Pedro Betancourt.
Según varios historiadores, su jonrón más largo lo conectó en el Estadio del Cerro en la Habana, a 500 pies del plato frente al lanzador estadounidense Glenn Elliot. Esto llevó a que pusieran por el sitio donde pasó el batazo un letrero que decía: “Por aquí pasó Miñoso”.
Pero dicho letrero fue quitado del espacio que ocupaba cuando el matancero tuvo que marcharse de su patria por la intolerancia de una Revolución que eliminó el béisbol profesional, un orgullo de la nación desde su primer torneo en 1878.
Antes de que Miñoso jugara en Grandes Ligas, el dirigente Alejandro Pompez nacido en Cayo Hueso y de padre cubano, lo firmó con los New York Cubans de las Ligas Negras de Estados Unidos, siendo una estrella en tres temporadas y ayudando al equipo a ganar la Serie Mundial de ese béisbol en 1947.
Luego de que Jackie Robinson se convirtiera en el primer negro en Grandes Ligas con los Dodgers de Brooklyn en la Liga Nacional (1947) y Larry Dobe en la Americana con los Indios de Cleveland (1947), Miñoso fue reclutado con los propios Indios en 1949. Pero este equipo le dio oportunidad en sólo 16 turnos al bate y lo envió a los Medias Blancas de Chicago, donde comenzó en 1951, siendo elegido ese mismo año para el Juego de Estrellas junto a su compatriota, el pitcher Conrado Marrero y el torpedero venezolano Alfonso “Chico’’ Carrasquel.
El número 9 de los Medias Blancas finalizó su carrera de Grandes Ligas con promedio de .298, sumó 1,963 imparables, 186 jonrones, impulsó 1 023 carreras, anotó 1 136, recibió 584 pasaportes y robó 205 bases. A la defensa conquistó tres premios Guantes de Oro como jardinero izquierdo, participando en nueve Juegos de Estrellas con ocho actuaciones en el diamante.
Por su brillante trayectoria y su comportamiento ejemplar, Miñoso se convirtió en una figura emblemática en Chicago. Su nombre está en el Salón de la Fama de los Medias Blancas, su número se encuentra retirado del equipo y en el estadio se construyó una estatua con su figura.
La única razón por la que Miñoso no terminó su carrera con promedio superior a los .300 fue por ocho apariciones que tuvo al plato a los 54 años (1976) conectando un imparable. Luego, en 1980 sumó otros dos turnos sin hits.
Fue golpeado por envíos de los lanzadores en 192 ocasiones, muchos fueron con malas intenciones por el racismo que imperaba en la época. Sin embargo, el cubano evitaba cualquier problema por considerar los pelotazos como parte del juego. Jamás se alejó del plato por temor a que lo golpearan y cuando sucedía caminaba hacia la inicial para luego intentar robarse una base para ayudar a su equipo.
Tan buen pelotero fue Miñoso que el mánager de los Yankees de Nueva York y miembro del Salón de la Fama, Casey Stengel, dijo del cubano lo siguiente: “Ojalá lo tuviera en mi equipo, si así fuera no me preocuparía por no contar con Joe DiMaggio. Tenerlo sería como sumar dos o tres jugadores plasmados en un solo esqueleto humano”.
A pesar de las palabras de este genio del béisbol, la combinación de ignorancia, cobardía e ingratitud de algunos periodistas, jugadores y dirigentes han llevado a que Miñoso no se encuentre en el Templo de los Inmortales.
El matancero no comenzó en Grandes Ligas a los 23 años como aparece en los libros, se inició a los 27. De haberlo hecho teniendo 21 o 22, como debió ser, sus imparables estarían cerca de 3 000, con más de 1 400 remolcadas, 1 500 anotadas, 250 jonrones y 300 bases robadas.
Además de jugar en Cuba, en Grandes Ligas y en Ligas Negras, Miñoso actuó en los torneos de México, República Dominicana y Ligas Menores.
Por todos es conocido que en cada estadio de Grandes Ligas se honran los nombres de Jackie Robinson por ser el jugador que rompió la barrera racial y del boricua Roberto Clemente por su excelencia dentro y fuera del terreno.
Es cierto que ambos merecen la distinción. Pero si de hacer justicia se habla, debemos decir que Miñoso ha sido discriminado por dos razones: por ser olvidado por el Comité de Veteranos para el Salón de la Fama y porque debería existir un día en honor al primer negro latino en Grandes Ligas.
Varios jugadores estadounidenses han sido elegidos a Cooperstown por iniciar tarde sus carreras en Grandes Ligas y por haber sido estrellas en las Ligas Negras. Entre ellos Jackie Robinson, Roy Campanella, Larry Dobe, Monte Irving y Satchel Paige. ¿Por qué ellos sí, y Miñoso no?
Estos cinco jugadores fueron estrellas en Ligas Negras y Grandes Ligas, cada uno con virtudes propias. Ellos merecían estar en Cooperstown y fueron honrados.
Pero Miñoso también fue una luminaria en Ligas Negras y Grandes Ligas, con habilidades que lo distinguieron como jugador. Fue una estrella bateando, fildeando y corriendo, además de sufrir desprecio por el color de su piel, como ocurrió con Robinson, Campanella, Irving, Dobe y Paige.
Pero este hombre, de virtudes humanas excepcionales y con quien tuvimos el honor de tener una sólida amistad, ha sido discriminado dentro de Cuba por el régimen castrista y en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Millones de personas en Norteamérica, así como en Latinoamérica y Cuba esperan que a Miñoso se le abran las puertas de Cooperstown para que su nombre se una al de sus compatriotas Martín Dihigo (1977), Cristóbal Torriente (2006), José Méndez (2006) y Tony Pérez (2000). Y también esperan que algún día a los fanáticos cubanos que radican en la Isla se les informe libremente la historia de esta leyenda del béisbol.
¿Hasta cuándo, miembros del Comité de Veteranos? ¿Hasta cuándo, dirigentes del béisbol de Cuba? ¡Reparen estas injusticias con Orestes Miñoso!
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