lunes, 6 de septiembre de 2021

 

El ventrílocuo “abraza” a sus títeres

El blablablá de los mayimbes ventrílocuos y de sus marionetas escogidas seguirá adelante, mientras la desdichada Cuba continúa cayéndose a pedazos

LA HABANA, Cuba. ─ Dentro de la interminable serie de reuniones que el señor Miguel Díaz-Canel —gobernante electo por 605 compatriotas— ha sostenido con diversos sectores de la vida nacional, el pasado jueves le tocó el turno a la llamada “prensa” oficialista. Se trató de otro encuentro más en los que se habla mucho, se repite aún más y se resuelve muy poco, por no decir que nada.

Al igual que sucedió en días precedentes en los casos de eventos análogos en los que igualmente participó el también Primer Secretario del único partido, los asistentes fueron seleccionados de modo cuidadoso por los organizadores: directores de periódicos del oficialismo, escritores caracterizados por su incondicionalidad ante el régimen y su apoyo irrestricto a cada giro de la política oficial. Por supuesto, de un público como ese no cabía esperar planteamientos polémicos ni críticas tajantes.

Díaz-Canel a periodistas cubanos: Tenemos la necesidad de potenciar la comunicación social, fue el titular que dedicó a ese cónclave el portal digital Cubadebate. Por su parte, Granma prefiere hacer hincapié en otro aspecto de las palabras del actual mandamás: Hay mucha obra que defender. Y Juventud Rebelde, de manera disciplinada, repite textualmente el encabezado del órgano oficial del único partido.

Con el titular diferente de Cubadebate se acabó cualquier manifestación de diversidad o pluralismo. Para cubrir la noticia, los tres órganos de prensa (de algún modo hay que llamarlos) publican el mismo texto, obra de la colega Alina Perera Robbio.

Es un hecho objetivo que, según la información publicada en CubaNet, el señor Díaz-Canel expresó: “Es verdad que se han cometido errores” (sin aclarar a cuáles se refería). También dijo: “Han existido trabas, han existido burocracias (sic), han existido problemas”. Asimismo, aludió a la “necesidad” de “potenciar la comunicación social”.

Pero esos supuestos anhelos de cambio y mejoramiento, esos hipotéticos deseos de introducir alguna variedad o ciertos matices novedosos en la cobertura de los medios de agitación y propaganda del régimen, se convierten en nada cuando llega el momento de pasar de las palabras a los hechos. Esos propósitos de enmienda los escuchamos una y otra vez en cada reunión de los informadores oficialistas, pero la uniformidad y la grisura continúan siendo características ineludibles de los referidos medios.

El colega Demetrio Villaurrutia, en su cobertura del evento para el periódico Trabajadores, alude a la “pluralidad de discursos y enfoques como parte de la agenda pública y mediática”. También afirma que “se avanza en un nuevo modelo de comunicación en los medios, necesario, imprescindible en los tiempos que vivimos donde la vida corre rápido y las personas buscan información ante la avalancha de noticias falsas”. Pero cualquier cambio sustancial en este terreno quedará para las calendas griegas.

Llama la atención que (no cabía esperar otra cosa) en la reunión ocupase un lugar destacado el señor Rogelio Polanco. El antiguo embajador en Venezuela es hoy secretario del Comité Central y jefe de su Departamento Ideológico. Se trata —pues— del encargado de indicar a los periodistas cubanos no sólo qué deben decir, sino también cómo hacerlo. Sin embargo, la información oficialista no indica que él haya abierto la boca.

En resumidas cuentas: estamos en presencia de otro ejercicio retórico más de la dirigencia castrista. El país podrá estar (como en verdad es el caso) sumido en el más profundo estado de postración. Pero para desgracia de nuestra Patria y su gente, cada vez que se publicita un cambio es para ratificar, en esencia, los erróneos rumbos trazados desde hace decenios.

Los jefes comunistas se reúnen con los incondicionales que ellos mismos han escogido de antemano. Estos últimos (es lo único que cabía esperar) les expresan lo mismo que los primeros deseaban escuchar. Para efectuar este tipo de encuentros no hay problema alguno. En el colmo de la desfachatez, hasta el epidemiólogo en jefe, doctor Durán, no ve en ellos la menor contradicción con el distanciamiento social que él mismo recomienda ante la mortífera pandemia.

Pero cuando se trata de celebrar reuniones con facultades para cambiar el rumbo equivocado o para remover a los jefes fracasados y nombrar a otros nuevos, sí cobra validez la COVID-19; entonces sí se acepta que es necesario evitarlas. Es lo que pasa con el Comité Central del único partido. Ante la gravedad y trascendencia de las masivas protestas del 11 de julio, debió haberse reunido, según las reglas de la liturgia comunista. Pero hasta hoy no lo ha hecho y no hay indicios de cuándo lo hará.

Lo mismo puede decirse de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Ese “órgano supremo del Poder Estatal” está compuesto por 605 individuos especializados en aprobar por unanimidad todo lo que proponen los jefes. Pero no se excluye que, ante el Gran Alzamiento Nacional Anticomunista de hace mes y medio, alguno de sus integrantes (el 0,17% de sus miembros) haya estado dispuesto a aprovechar esa elevada tribuna para condenar la criminal “orden de combate” dada por el mandamás o la brutal represión desatada. Pero en este caso sí se suspendió su sesión ordinaria, “teniendo en cuenta la compleja situación epidemiológica”.

No obstante, al menos por ahora, lo esbozado en el párrafo precedente quedará sólo en el campo de las especulaciones. El blablablá de los mayimbes ventrílocuos y de sus marionetas escogidas seguirá adelante, mientras la desdichada Cuba continúa cayéndose a pedazos.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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René Gómez Manzano

René Gómez Manzano

(La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux. Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano

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