Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
El programa Mesa
Redonda de la Televisión Cubana nos hizo este martes un agradable regalo:
en lugar de un rostro seboso, ceñudo y granujiento, en vez de una testa pelona,
los espectadores tuvimos el placer de contemplar, en el puesto del moderador,
la cara hermosa y la tupida cabellera de la licenciada Cristina Escobar.
En lo personal, agradezco muchísimo el cambio. No se trata
de que el mensaje sea diferente: las orientaciones que se imparten son las mismas
de siempre y responden por entero a las consignas castristas; en este aspecto
no hay variación alguna. Pero desde luego que esta presencia mediática es
muchísimo más grata, cosa de la cual supongo que se hayan percatado hasta los
adoctrinadores fanatizados del tenebroso Departamento Ideológico del Comité
Central.
La entrega de este día 25 estuvo consagrada a un tema
peliagudo: “Estados Unidos: De los Rosenberg a Snowden”. El solo enunciado de
su título —pues— prefiguraba el objetivo de los “meseros”: una arremetida más
contra el gran país del Norte. De todos modos, el ICRT se queda chiquito ante
la cadena TeleSur, que tiene todo un programa consagrado a ese solo fin: “USA
de verdad”.
Da la casualidad que, en días pasados, dediqué un artículo
al tema de la pareja de judíos comunistas neoyorquinos ajusticiados en 1953 por
espiar para la URSS. Ahora en la Mesa
Redonda, haciendo caso omiso del reconocimiento a la colaboración prestada que
les hizo el ex líder soviético Nikita Jruschov, la moderadora sigue hablando de
“injusta ejecución” y aun de “asesinato”.
Pero da la casualidad que, durante el programa, fue
entrevistado por vía telefónica el hijo del matrimonio, quien, para eludir el
uso del apellido vitando, se hace llamar Robert Meeropol. Éste, aunque alega
que su mamá no tenía una participación activa, reconoció que su padre sí
formaba parte de un grupo de jóvenes que en secreto empezó a suministrar
información clasificada a la Unión Soviética, según él para ayudarla en su
lucha contra la Alemania nazi.
Pasando a un tema más actual, la moderadora alegó que, en
unos medios de prensa, al ex agente de la CIA Edward Snowden, por revelar
secretos a los que tuvo acceso, se le conceptúa como un héroe, mientras que en
otros se le llama traidor. Preguntó al panelista Carlos del Porto cuál de los
dos calificativos era el adecuado. El interrogado eludió el dilema con
elegancia: “Es un problema de conciencia”, dijo.
Con respecto al fugitivo norteamericano, en el programa se
destacó su presencia en el área de tránsito de un aeropuerto moscovita. El
presidente Vladímir Putin declaró no poder enviar al prófugo a su país, alegando
la inexistencia de un convenio de extradición. Preguntado sobre si la
inteligencia rusa le estaba extrayendo información al desertor, salió del paso
con un refrán eslavo: “Eso sería como trasquilar a un cerdo: mucho ruido y poca
lana”.
La licenciada Escobar, siempre comprometedora, preguntó al
doctor Jorge Hernández si creía que el mismo Snowden y el ex soldado Manning (ahora
procesado en Estados Unidos por filtrar miles de documentos clasificados a
WikiLeaks) son una amenaza para la seguridad norteamericana. Aquí también este
otro panelista, como buen torero, hizo una verónica y salió por la tangente:
“Quizás esto pase en otros países, pero ningún otro se define como un ejemplo a
seguir”, respondió más o menos.
Ya que ambos “meseros” optaron por medir con gran cuidado
sus palabras, permítaseme formular una pregunta: Si algo que se parezca de
lejos a lo perpetrado por Manning o Snowden se hiciera —digamos— en la misma
Cuba, ¿cree usted, amigo lector, que algún participante en programas de
televisión se preguntaría de manera ingenua si es un héroe o un traidor?
La Habana, 26 de junio de 2013.
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