Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
Las
más recientes medidas del régimen castrista están encaminadas a esquilmar a sus
súbditos
La llegada de este Nuevo Año ha venido acompañada por
algunos acontecimientos con incidencia económica. Ellos han despertado interés
en nuestra población. Puede decirse que, de esos sucesos, a un par puede
reconocérseles carácter positivo. La mayoría, por el contrario, resultan
negativos y aun muy contraproducentes.
Entre
estos últimos hay uno conocido desde hace semanas: la entrada en vigor de la
prohibición a los pequeños comercios privados de vender confecciones extranjeras
o artículos de uso doméstico. A esto se unen las cuantiosas multas que los
burócratas de la ONAT, sin prueba alguna, han impuesto a muchos cuentapropistas
porque —suponen aquéllos de manera arbitraria— estos últimos declararon
ingresos menores a los reales.
Pero
la medida que mayor conmoción ha causado es —sin dudas— la venta libre de autos
a los particulares por parte del Estado. Tras esta información, muchos soñaron
con evadir las calamidades del transporte público gracias a un vehículo
personal. Por supuesto, entre esos optimistas no estaban los que, debido a la
inexistencia de ofertas adecuadas, esgrimieron en vano durante años cartas de
autorización para la compra de esos bienes, expedidas por órganos estatales.
La alegría dura poco en casa del
pobre. Los ilusos que leyeron en internet la Gaceta
Oficial Extraordinaria número 46, de 31 de diciembre, y que intentaron
desentrañar sin éxito el enrevesado léxico de las diferentes disposiciones
legales contenidas en ella, deben haberse llevado la gran sorpresa al
presentarse en los puntos de venta de los ansiados vehículos y ver sus precios.
En
realidad, su pasmo no tenía que haber sido tan grande. El inciso b) del
artículo 8 de la Resolución 543 del Ministro de Finanzas y Precios contiene una
norma que debió haberles servido como severa advertencia. Según ese precepto,
para determinar el precio de venta de los vehículos se parte del valor de compra
o la tasación oficial a lo que se suma el importe de las mejoras (en su caso).
Acto seguido, ese punto de partida se multiplica… ¡“por un índice de 15.0”!
Aun
los que comprendieron el sentido de esa cláusula expoliadora deben haberse
sorprendido ante la realidad. Como informó BBC Mundo, un Peugeot 508 nuevo se
expende en 262 mil dólares; un modelo 206 de la misma marca, con cinco años de
uso, cuesta unos 85 mil. No por gusto la internauta Vilma, en un comentario
enviado a ese órgano de prensa, expresa: “Eso tiene que ser en CUP o una bola,
porque si es en serio, no hay forma de que se le esté imponiendo el 50% por
encima del precio de compra”. Pues no, estimada amiga, la gabela aplicada por
el codicioso régimen castrista no es la que usted sugiere —de por sí alta—, ¡sino
treinta veces mayor!
El
desenfreno alcanzó tales cotas que incluso la prensa extranjera acreditada en
Cuba, habitualmente tan cautelosa, se hizo eco de la indignación ciudadana. La
colega Anne-Marie García, de la AP, cita algunas frases: “Una locura”,
“¡Increíble!”, “Es ciencia ficción”, “Son unos abusadores”, “¡Qué falta de
respeto!”.
Ante
estos hechos, ¿no parecen superfluas las preocupaciones expresadas por el
destacado publicista Haroldo Dilla a pocas horas del cambio de año? Él, después
de calificar de “positiva” la medida, expresa su angustia ante los hipotéticos
“embotellamientos, déficit de
estacionamientos, insuficiencia de gasolineras y otros problemas” que supone
que ella ocasionará. También, según ese escritor, “habrá que decidir… qué edificios
derrumbar en la ciudad para hacer parqueos”.
Alucinaciones
aparte, hay que expresar que esos costos demenciales exceden en mucho de los
que pueden encontrarse en cualquier país extranjero, incluso del Primer Mundo.
Pero aun en la misma Cuba, los vendedores particulares anunciaban en revolico.com
precios menos irracionales. Por ejemplo, dos autos marca Toyota, del año 2010,
se vendían a unos 55 mil y 45 mil dólares, respectivamente.
Otra
medida vergonzosa adoptada por el régimen totalitario a inicios de este Nuevo
Año fue la ocupación de simples juguetes que las Damas de Blanco y miembros de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) habían obtenido gracias a la
ayuda de compatriotas exiliados con el fin de obsequiarlos a los niños en la
festividad de los Reyes Magos.
Las
multas exorbitantes a los cuentapropistas, los precios locos de los automóviles
y el escamoteo de los juguetes tienen, como punto común, el desenfreno del
régimen totalitario. Medidas como ésas hacen recordar una frase —muy
publicitada en su tiempo— del fundador de la dinastía: “Desaparezca la
filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra”.
Claro,
cuando Fidel Castro la pronunció, tenía en mente al “odiado imperialismo”,
¿pero acaso lo señalado en este artículo no constituye la aplicación de una
verdadera y despiadada filosofía del despojo!. La
Habana, 8 de enero de 2014. Info. Cubanet
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