lunes, 27 de enero de 2014

MANDELA Y EL FIN DEL APARTHEID


Dr. René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


El mérito determinante por la eliminación del apartheid sudafricano corresponde al pueblo de ese país

En las últimas horas, la prensa internacional ha cubierto el merecidísimo homenaje rendido tras su deceso al ex líder sudafricano Nelson Mandela. Como se sabe, en esas honras fúnebres no sólo han participado de manera masiva los compatriotas del ilustre difunto, sino también treintenas de jefes de estado y gobierno de distintos países.

Entre los asistentes se contaban los presidentes de Cuba y Estados Unidos, quienes, por cierto, intercambiaron un saludo cordial en ocasión de su encuentro. Espero que el amable apretón de manos sirva para orientar a nuestros coterráneos despistados que —¡a estas alturas!— siguen refiriéndose al gran país del Norte como “El Enemigo”…

Por los Estados Unidos asistieron no sólo el señor Barack Obama, sino también varios ex presidentes. Nada similar hubo por la Parte Cubana. Aunque —¡claro!— en este caso no hubiésemos podido hablar en plural, pues en nuestro país sólo existe un ciudadano que posee esa condición. De todos modos, resulta evidente que el actual estado físico del personaje no le permite un ajetreo de ese tipo, ni ser presentado en  público.

La ocasión ha sido aprovechada por la prensa del mundo entero para recordar, con toda razón, el acontecimiento, de importancia histórica universal, en el que el finado desempeñó un papel de primerísimo orden. Me estoy refiriendo al fin del criminal régimen del apartheid en Sudáfrica.

En medio de los justificadísimos elogios entonados por publicistas de todo el planeta a la heroica lucha librada por la mayoría del pueblo de ese país —bajo la dirección del Congreso Nacional Africano y personalmente de Mandela— para poner fin a esa manifestación extrema del racismo, ha resonado una nota discordante.

El castrista argentino Atilio Borón se ha prestado a escribir un breve artículo, que el diario oficialista cubano Granma publicó gustosamente el pasado lunes 9. En ese trabajo, el destacado intelectual rioplatense, haciendo gala de una mezquindad antológica, pretende escamotearles a los sudafricanos nada menos que el cincuenta por ciento del mérito histórico de haber puesto fin al criminal sistema discriminatorio.

El inefable Don Atilio, personalizando una parte del logro en el recién fallecido, escribe: “Se dice que fue el hombre que acabó con el odioso apartheid sudafricano, lo cual es una verdad a medias”. Y acto seguido aclara el destino que le asigna al trozo que él escamotea: “La otra mitad del mérito le corresponde a Fidel y la Revolución Cubana”, afirma.

La justificación para ese despojo intelectual es, siempre según Borón, la intervención de Cuba “en la guerra civil de Angola”. Por supuesto, en este contexto, él no pudo dejar de mencionar a los “ejércitos mercenarios angoleños organizados, armados y financiados por Estados Unidos”.

Para el “intelectual orgánico”, esto último representa el súmmum de la maldad, mientras que resulta obvio que, aunque él no lo menciona de modo expreso, el hecho de que las huestes del MPLA hayan sido organizadas, armadas y financiadas por la Unión Soviética y Cuba, lo considera como algo positivo y aun plausible.

Es una lástima que, en este caso, el argentino no haya actuado como el presidente Raúl Castro, que en el discurso que pronunció el 10 de diciembre en los funerales de Mandela, habló con comedimiento. Claro, siempre hay algo que criticar: En esta ocasión, el General de Ejército planteó que “el diálogo y la cooperación son el camino para la solución de las diferencias y la convivencia civilizada de quienes piensan distinto”, pero esto sólo entre países, no entre unos cubanos y otros.

Debo aclarar una cosa: Resulta indudable la importancia del combate de Cuito Cuanavale. Este enfrentamiento tuvo trascendencia notable para los destinos de la propia Angola y, de manera menos directa, para los de la actual Namibia. Pero los sucesos en estos dos territorios tenían y tienen una incidencia sólo marginal en Sudáfrica propiamente dicha.

No sólo la intervención de Cuba en los acontecimientos internos de Angola, sino otros factores internacionales —como el embargo mundial contra el régimen del apartheid— tuvieron un determinado peso en la marcha de la historia en África del Sur, pero como suele suceder, lo determinante fue, con mucho, el factor interno.

Recordemos —pues— la heroica lucha del pueblo de ese país contra un régimen injusto, oprobioso y criminal. Rememoremos también el papel que le correspondió a Nelson Mandela en ese acontecimiento histórico. Tengamos presentes los 27 años de cárcel que él sufrió. Y evoquemos de paso que es a uno de nuestros compatriotas —Mario Chanes de Armas— a quien le corresponde el mérito de haber sido el preso político que sufrió el encierro más prolongado: 30 años en las mazmorras de Castro. La Habana, 11 de diciembre de 2013. Info. Cubanet

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