Dr. René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente
La protesta de los cineastas
cubanos contra la norma que los obligaba a solicitar una autorización del
MININT es digna de aplauso
Es
conocida una anécdota del tenebroso José Fouché, cuando regenteaba el
Ministerio de Policía del emperador Napoleón Bonaparte. Conforme a una norma
establecida por él mismo, quien deseara organizar una reunión —aunque se
tratase de una simple fiesta familiar—, debía notificarlo a esa dependencia,
para que uno de sus agentes pudiese estar presente y conocer de primera mano
todo lo que allí sucediera.
En
determinada ocasión, uno de los más encumbrados miembros de la nueva nobleza militar
comenzó a cuestionar ante el personaje el que se aplicase esa regla a un baile
que él mismo iba a ofrecer en su mansión. El interesado argumentaba que los
invitados eran todos personas muy adictas al régimen imperial, por lo que no
cabía esperar que hubiera alguna expresión o acto contrario al gobierno. Por
consiguiente —decía— resultaba superflua la presencia del gendarme.
Como
el debate se prolongaba, en un momento dado el Ministro preguntó al aristócrata
si tenía consigo la lista de los invitados. Al recibir una respuesta
afirmativa, se la pidió y le echó una ojeada que, por su brevedad, sólo dio
tiempo para leer los primeros dos o tres nombres. De inmediato devolvió la
relación al noble, a quien dio la razón: “Es verdad; no es necesario que asista
un agente de la policía”. Resulta obvio que, dentro de esa pareja o trío, había
al menos un informante de la represiva institución.
He
recordado este episodio al leer un trabajo de Manuel Zayas, fechado en Nueva
York y de título esperanzador: “El MININT se echa atrás ante protesta de
cineastas cubanos”. Bajo ese encabezamiento, el colega alude a una contraorden
del Ministerio del Interior castrista, digno émulo de la entidad organizada y
dirigida hace un par de siglos por el camaleónico Fouché.
Es
el caso que, de conformidad con lo que había sido establecido, todo aquel que
estuviese interesado en rodar una película en Cuba, estaba obligado a someter
el guión y el listado técnico del proyecto al referido órgano policial. Lo
anterior constituía un requisito ineludible para recibir los necesarios
permisos de filmación.
Según
el citado colega, esta regla “causó un malestar generalizado en el gremio, lo
que provocó que decenas de realizadores y productores dirigieran una carta de
protesta al instituto oficial de cine y al Ministerio de Cultura”. El documento
no se hizo público, pero fue firmado por “todos los participantes en una
asamblea que tuvo lugar el 29 de marzo en el Centro Cinematográfico Fresa y Chocolate”.
Vale
la pena señalar que “el procedimiento del MININT no fue revocado hasta tener
repercusión internacional el asunto, a pocos días de celebrarse el Congreso de
la UNEAC” (la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Un
participante en este último evento reveló que, como cabía esperar, “a la
dirigencia no le gustó nada de nada el asunto”.
Sospecho
que los argumentos tomados en consideración por el Ministerio del Interior para
derogar su disposición, presenten bastantes similitudes con las razones que
tuvo en cuenta Fouché para “dispensar de la aplicación de su decreto” al alto
jefe militar napoleónico. De todos modos, es digna de aplauso la actitud asumida
por la generalidad de nuestros cineastas, que demandaron y lograron la
revocación de la arbitraria norma policial. La
Habana, 28 de abril de 2014.
bueno la verdad , verdad, no hay de que alegrarse, yo recuerdo el congreso de pedagogia que celebramos en la habana , en la casa de roberto de miranda hernandez y habia alli un cineasta de apellido blanco de las provincias centrales que hablo sobre este tema con michael parmly embajador norteamericano en cuba, esto fue en noviembre de 2008.pero lo peor de la industria cinematografica en cuba no va a ser este ya un tema tabu, sino los recursos que el estado le suministrara a los directivos de cine como siempre ha hecho, y no digo que las dos obras de rogelio paris (caravana, y cangamba) sean malas en el sentido escenico ni en los gastos que se llevaron dichas obras, de hecho estas obras cinematograficas estaban avaladas por el MINFAR que dominaba el actual dictador cubano el general RAUL CASTRO. ojala y los productores cubanos tengan accesos a presupuestos que vayan de fuera de cuba sin los consiguientes gravamenes que a las divisas extranjeras estan sometidas bajo el imperio marcial de la isla mayor del caribe.
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