jueves, 11 de septiembre de 2014

¿PERROS! ¡NO MOLESTEN!



 

René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente 

La disolución de asociaciones de criadores de perros demuestra el carácter totalitario del Estado Cubano

Una de las citas de Fidel Castro a las que se les sigue reconociendo más vigencia es la extraída de las llamadas “Palabras a los intelectuales”. Su enunciado es sencillo: “Dentro de la Revolución, todo. Fuera de la Revolución, nada”. Aunque estas frases fueron pronunciadas de inicio para artistas y literatos, en la práctica son aplicadas a cualquier habitante de la Cuba de hoy, no importa su oficio o profesión.

Ellas tienen un antecedente aún más claro en las que profirió otro dictador muchas décadas antes: “Todo dentro del Estado. Nada fuera del Estado. Nada contra el Estado”. A los partidarios del marxismo leninista tal vez les asombre enterarse del nombre de su autor: Benito Mussolini. Es que todos los “ismos”, al desconocer la autonomía del ser humano, se hermanan en la arbitrariedad y la opresión.

Estas consideraciones resultan oportunas ahora que se ha conocido una noticia circulada por la Agencia Yayabo Press el pasado lunes. La información da cuenta del propósito oficialista de disolver varias asociaciones integradas por personas dedicadas a la cría de distintas razas caninas. La nota de prensa ejemplifica esta situación en el caso del señor Abenamar Bauta Delgado, presidente del Club Cubano de Galgos (CCG).

Según los colegas espirituanos, este ciudadano ha sufrido diversos atropellos a manos de los dirigentes del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), que es la dependencia de la Administración Central del Estado que actúa como “órgano de relaciones” con respecto a ese tipo de agrupaciones. Porque en Cuba, por ley, cada asociación —supuestamente independiente— tiene una entidad estatal de esa índole, encargada de vigilarla y controlarla.

Y aquí —por supuesto— entran en juego los factores de carácter sectorial y aun personal. En el caso del MINAGRI, los cinófilos tienen que vérselas con personajes como la señora Maritza Ramírez Peña, jefa del Departamento de Atención a Asociaciones, y Orlando Díaz Rodríguez, director jurídico. Individuos como éstos constituyen el rostro visible del régimen castrista.

Según Yayabo Press, la primera telefoneó al domicilio del presidente del CCG para amenazarlo con disolver esa entidad. De paso lo insultó y —según ella misma dijo— grabó de modo oculto la conversación. Esto último está prohibido en los países que respetan los derechos humanos, pero en Cuba los gobiernistas pueden hacerlo con total impunidad.

En cualquier caso, la queja que el señor Abenamar formuló por este y otros motivos permaneció sin respuesta durante más de medio año, hasta que el Director Jurídico del mencionado Ministerio lo convocó para lo que el mismo afectado califica como “una encerrona”: un encuentro en el que estaban presentes numerosos funcionarios del referido organismo.

De la reunión son dignas de notar la falta de respuesta de fondo a todo lo planteado por el quejoso, así como la insólita información brindada por el burócrata comunista. Según éste, “estaban disolviendo las asociaciones porque el MINAGRI está ‘en perfeccionamiento empresarial’”.

Está por verse qué vínculo pueda haber entre grupos de personas que se congregan guiados por su amor a determinados animales, de una parte, y el actual intento por hacer un poco menos ineficiente el gigantesco e improductivo aparato de administración económica del Estado. De todos modos, la anécdota refleja con claridad el enfoque oficinesco que reciben los problemas de la vida cotidiana en un país totalitario.

Se sabe que, desde hace años, en Cuba rige la práctica de no autorizar la constitución de nuevas asociaciones independientes. Esa orden se le atribuye al ahora purgado doctor Carlos Lage Dávila. En ese contexto, la existencia de entidades cuyos miembros se agrupan no en base a su apoyo explícito al régimen imperante, sino por afinidades de otro tipo, provoca un total desinterés oficial.

Aquí entra en acción la consigna lanzada por el Duce italiano y parafraseada decenios después por el fundador de la dinastía castrista. Si al inmenso aparato estatal le resulta indiferente la crianza de razas perrunas, ¿qué sentido tiene para él que sigan existiendo asociaciones de ese tipo constituidas años atrás, cuando aún no había entrado en vigor la antes mencionada prohibición?

Poco importa que esas agrupaciones y sus miembros, por definición, no se enfrenten al sistema imperante. Para éste basta con que tampoco persigan el objetivo expreso de apoyarlo. Más aún: resulta suficiente que la idea de constituir y mantener con vida esas entidades no haya surgido en el seno del mismo régimen totalitario.

Entonces, el concepto mussoliniano-castrista puede y debe ser completado y actualizado para la Cuba de hoy. Habría que decir: Nada fuera del Estado-Partido. Nada contra el Estado-Partido. Nada que no sea de interés manifiesto para el Estado-Partido. Ni siquiera una inofensiva asociación de criadores de perros. La Habana, 27 de agosto de 2014

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