jueves, 23 de octubre de 2014

¿MATRIMONIO HOMOSEXUAL EN CUBA?






Dr. René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente

En Cuba parece inminente cierto grado de reconocimiento legal a las  uniones entre personas del mismo sexo

En los últimos días se ha reactivado en Cuba el tema de la legalización de las uniones entre miembros de la Comunidad LGBT. Una bloguera de nombre exótico —Sandra Abd’Allah-Álvarez— ha creado un sitio-web para que los cubanos homosexuales que se han casado en el extranjero compartan sus experiencias al respecto.


En un plano oficial, el Secretario del Consejo de Estado ha anunciado la reforma inminente del vigente Código de Familia. En ese contexto ha sido mencionada de nuevo la Sexóloga en Jefa Mariela Castro Espín, y una subordinada de ésta —la jurista Zulendrys Kindelán— declaró que, según los proyectos que existen, las uniones de ese tipo “tendrán los mismos efectos económicos que el matrimonio tradicional”.

De acuerdo con esta última manifestación, lo que están contemplando por el momento los legisladores castristas parece ser la posibilidad de reconocer los efectos civiles de ese tipo de alianzas, sin pretender que ellas adquieran carácter conyugal. En este asunto vemos —pues— una diferencia esencial entre los latinoamericanos afiliados al “socialismo del siglo XXI” y sus correligionarios de otras latitudes.

 Recordemos que los iniciadores de la secta —Carlos Marx y Federico Engels—, al referirse a la institución básica de la familia en el documento fundacional de aquélla —el “Manifiesto Comunista”— incluyeron una de las frases más desvergonzadas y calumniosas que sea posible leer en una declaración política: “El matrimonio burgués es, en realidad, la comunidad de las esposas”.

Y acto seguido el conocido panfleto agrega: “A lo sumo, se podría acusar a los comunistas de querer sustituir una comunidad de las mujeres hipócritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial”. Con antecedentes teóricos como ésos, no debe llamarnos la atención que el matrimonio (al menos en su versión tradicional) no haya gozado de una particular atención de los marxistas ortodoxos.

Esto duró hasta que a alguien se le ocurrió que esa institución, concebida y aplicada durante milenios sólo a las uniones de un hombre con una mujer, fuera hecha extensiva a dos personas del mismo sexo. A partir de ese momento, este último tipo de enlace es, para los rojillos de Europa y Norteamérica, el único que merece respeto y el respaldo incondicional del Estado.

En este punto, los izquierdosos del Primer Mundo difieren de sus congéneres de nuestro sub-continente. Estos últimos tienen una visión mucho más tradicionalista —y aun conservadora—, lo cual personifica mejor que nadie el camarada Rafael Correa, quien abomina de innovaciones como la antes mencionada. Son conocidas sus declaraciones al respecto: “Siempre he dicho que no estoy de acuerdo”.

A fuer de sincero, como abogado debo reconocer que esta idea de aplicar determinados preceptos legales a realidades que difieren en esencia de las que fueron tomadas en consideración cuando ellos fueron promulgados, está preñada de dificultades y complicaciones de todo tipo.

Un solo ejemplo: El artículo 74 del vigente Código de Familia cubano establece que se presumirá que son hijos de ambos cónyuges los nacidos durante la vida matrimonial. Si se autorizara el casamiento de dos lesbianas, ¿quiere lo anterior decir que si una de ambas queda encinta deberá suponerse que el otro progenitor es su pareja del mismo sexo!

Otro problema jurídico a superar sería lo previsto en el numeral 36 de la flamante “Constitución socialista”, que define el matrimonio como “la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer”. Pero este escollo, en mi opinión, no tendría mayor importancia.

La primera reforma del texto supralegal que acordó la “Asamblea Nacional del Poder Popular” se hizo para cambiarle su nombre histórico a la Isla de Pinos. Si son capaces de reunirse para aprobar (¡y por unanimidad, como siempre!) una bobería como ésa, ¿por qué no habrían de ocuparse de otro asunto que, con independencia de las objeciones que levante en determinados sectores, posee verdadera importancia para un grupo apreciable de ciudadanos!

Según lo anunciado, en las semanas venideras deberemos conocer qué cambios concretos se harán —¡por enésima vez!— al referido Código de Familia, en esta ocasión —y entre otras cosas— para comenzar a resolver los diversos problemas jurídicos que enfrentan las parejas homosexuales. La Habana, 24 de septiembre de 2014.


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