lunes, 11 de abril de 2016

¿Por qué un congreso del Partido ahora?

¿Será tal vez el momento de “legitimar” por un quinquenio más el poder de los Castro?

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Raúl castro y su hijo Alejandro (foto de Internet)LA HABANA, Cuba.- No pocos observadores de la realidad cubana se preguntan el porqué de la celebración en este momento de un congreso del Partido Comunista. El país no se halla, en lo fundamental, en el instante de analizar metas cumplidas o trazar nuevas estrategias, cuando quedan tareas aún pendientes.
En efecto, del total de lineamientos aprobados a raíz de la celebración del VI Congreso del Partido en el año 2011, solo se ha cumplido un escaso 21%. Según informaciones brindadas por el oficialismo, el 77% “está en proceso”, mientras que el restante 2% “no se ha ejecutado por causas diversas”.
En esta ocasión no fueron objeto de debates los documentos que se presentarán en el cónclave partidista, lo cual ha provocado el disgusto de muchos militantes de base de esa organización política. Únicamente los mil delegados que asistirán al evento han tenido acceso a la referida documentación.
En su edición del pasado 28 de marzo, mediante el artículo “A menos de un mes del Congreso del Partido” —muy parecido a un editorial—, el periódico Granma intentó justificar la no existencia de esas discusiones previas, pero también les aportó elementos a los que sostienen la tesis de la irrelevancia del momento actual para la realización de una cita de esa naturaleza: “Más que desplegar, a mitad de camino, un nuevo proceso de debate a escala de toda la sociedad, lo que corresponde es terminar lo iniciado, continuar la ejecución de la voluntad popular expresada hace cinco años, y seguir avanzando por el rumbo que trazó el Sexto Congreso”.
Por supuesto que la maquinaria del poder posee también sus argumentos a favor de que el VII Congreso tenga lugar en los próximos días. Uno de ellos se relaciona con la periodicidad con que deben efectuarse estas reuniones, la que, según los Estatutos del Partido, es de cinco años. Entonces, si el Congreso anterior fue en el año 2011, el actual 2016 resulta el indicado para un nuevo evento de este tipo.
Sin embargo, la historia de estos cónclaves demuestra que esa periodicidad es manejada según la conveniencia de la jerarquía partidista. Por ejemplo, después del V Congreso escenificado en 1997, transcurrieron 14 años para la celebración del VI Congreso en el 2011.
De igual forma se aduce que ahora debe analizarse el Programa de desarrollo económico y social de la nación hasta el año 2030. Los cubanos que ya peinan algunas canas saben que la planificación a largo plazo a menudo deviene en un ejercicio estéril y en una pérdida de tiempo. Porque a inicios de los años 80 de la pasada centuria, en todas las empresas y organismos se analizaba el plan de la economía hasta el año 2000. Y todo eso se desvaneció ante los imponderables que trajo la vida, con la desaparición de la Unión Soviética y sus satélites de Europa oriental. Los gobernantes cubanos, al parecer, se arriesgan a tropezar dos veces con la misma piedra.
Entre los temas anunciados para ser tratados en este VII Congreso, quizás el más interesante sea el de la conceptualización del modelo económico y social que  pretende aplicarse. Hay cierta expectativa por conocer cuál será el alcance de las relaciones de mercado en el contexto de las reformas ‘raulistas’, y así tener una idea de los cambios que podrían acontecer.
Ah, claro, el VII Congreso servirá también para elegir los niveles superiores de dirección del Partido. Si Raúl Castro resultara reelegido como  primer secretario se renovaría su ‘legitimidad’ como primera figura política de la nación por un quinquenio más, aun si abandonara los cargos de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en 2018, tal y como se ha rumorado. Ello es así porque la Constitución cubana sitúa al Partido Comunista por encima del Estado y del Gobierno. Tal vez por ahí habría que buscar el motivo de la premura con que actúa la cúpula del poder.

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