miércoles, 11 de enero de 2017

El primer historiador independiente de Cuba

Había que sentir admiración por aquel atractivo personaje, de carisma espectacular, que fue Manuel Moreno Fraginals
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LA HABANA, Cuba.- Había que sentir admiración por aquel atractivo personaje, de carisma espectacular, que fue Manuel Moreno Fraginals, nacido en La Habana en 1920, no sólo por historiador, investigador y profesor universitario, sino además por su gran sinceridad, cuando con la mayor naturalidad del mundo, decía que la historia cubana que estudiábamos había que escribirla de nuevo, o cuando sonriendo, con aires de niño travieso, decía que los esclavos negros de la colonia, se alimentaban mejor que los cubanos bajo el régimen de Fidel Castro.
Lo conocí a finales de 1959, tan sencillo y fuera de serie, que en vez de doctor o profesor, había que decirle simplemente Manolo. Trabajábamos en la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, en el reparto Kohly de la capital. Yo, una simple mecanógrafa veinteañera que transcribía a máquina sus escritos y Manolo, un simpático cuarentón que había publicado importantes investigaciones históricas a partir de 1949.
A los dos años, yo cambié de trabajo, pero siempre que veía a Manolo nos saludábamos con gran alegría.
En 1994 marchó al exilio de Miami, a la edad de 73 años, donde murió a los 80. Recuerdo que no me sorprendió en absoluto su partida a Estados Unidos. Dejaba atrás una dictadura que lo tuvo atado como a muchos, pero siempre con ganas de soltar amarras y volar, publicar sus libros aún inéditos, indiferentes para el régimen, cuyos análisis, convertido ya en historiador independiente, resultaban ajenos a lo establecido, cosa que no agradaba a la oficialidad gubernamental.
Al principio, no fue bien recibido en Miami. Es cierto que demoró en irse. Pero nunca es demasiado tarde para hombres como él. Del exilio, dijo que “le permitió dar a la luz su obra Cuba-España, España-Cuba y que sólo en el exilio, por primera vez en años, pudo reflexionar sobre la historia nacional cubana, sin temor a la censura”.
En el 2000, un artículo suyo titulado El anexionismo, integró el volumen Cien años de historia de Cuba -1898-1998-, publicado por la Fundación Hispano Cubana y la Editorial Verbum. En él nos ofrece en síntesis la historia del movimiento anexionista cubano, declara abiertamente que “la historia de Cuba la han escrito al revés” y nos da a conocer sus opiniones sobre nuestros años de colonialismo, cuando explica que “Cuba no era una colonia cualquiera, puesto que fue el primer productor de café en el mundo, el primero del azúcar, el primer exportador de bananos, unos años después de cobre y durante ochenta años de miel de abejas: un verdadero territorio generador de gran riqueza, entre otras causas, porque la riqueza azucarera cubana a finales del siglo XVIII y finales del XIX muestra claramente que casi el 90% de los centrales azucareros estaban en manos de criollos, no de españoles”.
En este artículo va más allá y explica que el movimiento anexionista no era solamente con Estados Unidos, porque  también se pensó con Inglaterra y por último con México, donde incluso José Martí tuvo conversaciones al respecto con el presidente mexicano Porfirio Díaz, convertido este luego en dictador.
Aquellos colegas suyos, que lo conocieron bien, importantes catedráticos de Estados Unidos, Europa y América Latina, lo recuerdan como “una de las voces cubanas más singulares, el más importante historiador social y económico de Cuba, uno de los más originales y penetrantes pensadores latino americanos, un investigador abierto a las nuevas corrientes de la historiografía y las ciencias sociales, una autoridad mundial en el tema económico de la producción azucarera”, a través de su obra mayor: El Ingenio.

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