martes, 14 de marzo de 2017

Lo que más molestó a Fidel aquel 13 de marzo

Nunca Castro confesó con sinceridad por qué se molestó tanto cuando conoció del ataque a Palacio

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De izquierda a derecha, Popi Corpión, José Antonio Echeverría, Fidel Castro, René Anillo y Rafael del Pino durante la primera visita de José Antonio Echeverría a México donde redactan y firman “La Carta de México”, 29 de agosto de 1956 (foto Cubadebate)
LA HABANA, Cuba.- Nunca Fidel Castro confesó con sinceridad por qué se molestó tanto cuando conoció del ataque a Palacio, perpetrado por el Directorio Revolucionario (DR) aquel 13 de marzo de 1957.
Fue obvio que por primera vez vio en peligro el futuro de su Movimiento 26 de Julio, cuando aquel grupo armado de revolucionarios, encabezado por José Antonio Echeverría y Faure Chomón, estuvo a punto de haber dado muerte a Batista, de hacerse de aquel imponente edificio, con toda una guarnición militar rendida y posiblemente al mando de un nuevo gobierno.
Si pasamos revista a lo que ocurrió un poco antes, podemos entender bien aquel enredo del que hoy no se habla en la prensa nacional y que ocurrió entre las organizaciones más activas del momento.
El 8 de julio de 1956, el republicano español Luis Dam, acusa de comunista a Fidel en la Revista Bohemia y el día 15, Fidel le responde en el mismo medio, con un artículo titulado “Basta ya de mentiras”.
Puede pensarse que con aquellos truenos contra Fidel, el máximo líder del DR, José Antonio Echeverría, un ferviente católico y como demócrata, opuesto al comunismo, se haya visto forzado a entrevistare con Fidel, para aclarar las cosas.
Arranca veloz para México y firma allí un documento, conocido como Pacto o Carta, donde ambos líderes se comprometen a la lucha armada y sobre todo, descartan cualquier colaboración con los comunistas cubanos.
Con el tiempo transcurrido, muchas versiones se han hecho sobre aquella historia. Unos han dicho que Echeverría traicionó a Fidel, al declarar que era su organización -sólo ella-, la que había precipitado el fin de la dictadura a través del ataque a Palacio, sin mencionar para nada la guerra que comenzaba a librar Fidel en la Sierra. Otros alegan que fue Fidel quien lo traicionó, censurando el ataque del Directorio como una acción inútil, que sólo había ocasionado derramamiento de sangre.
Lo expresó al periodista Wendell L. Hoffman, de la CBS, publicada en la Revista Bohemia el 26 de mayo de 1957: “…el ataque a Palacio había derramado sangre inútilmente”. Luego señaló que rechazaba enérgicamente “los atentados personales” y que condenaba “el terrorismo”.
¿Pero no derramaba sangre él también, inútilmente, mientras hacía estas declaraciones, parapetado sobre las lomas de la Sierra Maestra, disparando desde muy lejos a los soldados de Batista con su fusil de mirilla telescópica, mientras era protegido por el resto de los rebeldes?
La causa del disgusto de Fidel Castro no tenía nada que ver con la sangre derramada.
Había una razón que jamás declaró.
Él se dio cuenta de que entre él y Echeverría había una carrera de velocidad y que el Directorio Revolucionario quería llegar primero al poder, también mediante la lucha armada.
Es posible además que la acción casi suicida del Directorio se hubiera precipitado, cuando el periodista H. Matthews, del periódico New York Times, el más importante de Estados Unidos, destacó a Fidel como jefe nacional, luego de entrevistarlo el 24 de febrero de 1957, en las lomas de la Sierra Maestra. Incluso cuando se sabía que su reducido grupo de guerrilleros, había fracasado en Alegría del Pío en su primer choque con los militares.
Han transcurrido casi 70 años de aquellos hechos y todavía hoy nos preguntamos que hubiera sido de Cuba si hubiéramos tenido como gobernante a un joven con sólidas ideas demócratas, creyente de Dios, amante de las libertades civiles, al Fidel Castro que padecimos a través de una dictadura totalitaria, prolongada en el tiempo por medio del terror y la astucia de un fiel alumno de Maquiavelo.
El final del Directorio tampoco se comenta en la prensa nacional: sus sobrevivientes se concentraron armados los primeros días de enero de 1959 en el Palacio Presidencial y en la Universidad de La Habana, llega Fidel a La Habana preguntando “¿armas para qué?”. El Directorio se rinde, se intenta suicidar uno de sus líderes, el teniente Chinea, más tarde Fidel se deshace de Faure Chomón brindándole una espléndida estancia como embajador en Moscú y claro está, por suerte para el nuevo dictador, a José Antonio Echeverría se lo había tragado la tierra.

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