martes, 14 de marzo de 2017

A 125 años de Patria

La prensa cubana se limita a ser la cotorra del Partido Comunista

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Portada del periódico Patria (elblogdemariaelena.wordpress.com)
GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 14 de marzo se cumplen 125 años de la publicación del primer número del periódico Patria, órgano de prensa fundado por José Martí en 1892 con el objetivo de contribuir a la organización de la “guerra necesaria” iniciada el 24 de febrero de 1895.
Entre la fecha de la publicación del número original y el 31 de diciembre de 1898, día en que salió el último, Patria nucleó a su alrededor a importantes figuras de la historia política y literaria del país. Entre quienes actuaron como redactores al lado de Martí estuvieron Tomás Estrada Palma, Benjamín Guerra, Manuel Sanguily, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Manuel de la Cruz, Francisco de Paula Coronado, Manuel Moré, Rafael Serra y el puertorriqueño Sotero Figueroa.
También publicaron en Patria Enrique Loynaz del Castillo, Augusto de Armas, Carlos Baliño, José de Armas y Cárdenas, Bonifacio Byrne, Ramón Meza y otros.
Patria no sólo dio a conocer las ideas políticas del Apóstol y los objetivos del Partido Revolucionario Cubano (PRC) sino que también divulgó el pensamiento político, filosófico y jurídico más avanzado de la época y sirvió de vehículo para dar a conocer los anhelos de la emigración cubana, de donde salió el soporte económico que permitió su publicación.
La fecha ha sido tomada por la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) para realizar jornadas ideológicas en las cuales se echa por tierra la vocación democrática de José Martí y de todos los patriotas nucleados alrededor de la publicación. Esta vez, el señor Antonio Moltó, presidente de dicha organización dependiente del departamento ideológico del Partido Comunista de Cuba (PCC), ha convocado a un nuevo congreso del gremio que debe celebrarse el próximo año.
¿Qué traerá ese congreso para la prensa oficialista cubana? Seguramente volveremos a escuchar los mismos clamores lastimeros pidiendo independencia o que a los órganos de prensa se les permita definir sus perfiles para poder distinguirse dentro de la homogénea y gris prensa oficialista cubana, clamores que hasta ahora sólo han obtenido como respuesta los oídos sordos de los burócratas del Partido.
Desde hace meses varios periódicos oficialistas y sitios web dependientes del Gobierno cubano se han referido al libro Revolución, Socialismo, Periodismo, la prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI, texto de Julio García Luís publicado póstumamente que merece un análisis que rebasa el objetivo de este artículo. Sólo me limito a decir que, pese al optimismo apreciable al final de sus páginas, no existe evidencia alguna de que los colegas oficialistas puedan salirse del marco controlador del Partido y cumplir el rol que tienen asignado en toda sociedad.
Es lógico. Cuba es un país sometido a una dictadura unipartidista y el PCC lo controla todo. Pensar, aún con el mejor de los ánimos, que los burócratas del Partido van a ceder siquiera una mínima cuota del poder que ejercen sobre los medios es una ingenuidad, mucho más cuando ellos tienen muy en cuenta lo ocurrido en la finiquitada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con la glasnost.
Contrariamente a lo que afirma en ese libro quien fue un avezado periodista, muy cercano a esas cuotas de poder, creo que la prensa oficialista cubana no es revolucionaria, no es objetiva, ni en ella se refleja ningún síntoma de socialización.
No es revolucionaria porque es servil y laudatoria, dependiente de la dictadura y ubicada en una zona de confort que los periodistas no se atreven a traspasar para no correr el menor de los riesgos. Es una prensa que sólo refleja lo que le orientan, incapaz de adentrarse en el análisis desprejuiciado de los fenómenos sociales y políticos circunscriptos a nuestra realidad y que tampoco publica la más mínima crítica ―no ya contra los líderes históricos del PCC y del Gobierno, que tantos errores han cometido― sino tampoco sobre la gestión de un simple administrador. No es objetiva porque su punto de vista siempre es el del Partido y no refleja ningún síntoma de socialización porque el pueblo carece de vías para empoderarse en ella.
La prensa cubana, que antes de 1959 fue una de las mejores del continente, se halla en un estado calamitoso porque manipula nuestra realidad, porque no le informa al pueblo todo lo que este debe conocer y porque calla sobre los abusos que cotidianamente cometen contra cientos de cubanos las fuerzas represivas del Gobierno. Hasta ahora ha sido incapaz de dar voz a esos cubanos, discriminados en su propia tierra por el mero hecho de pensar diferente. En tal sentido esa prensa es conservadora, sumisa, carece de arraigo popular y si no cambia está destinada a seguir siendo lo que es: otra cotorra del Partido.

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