martes, 23 de mayo de 2017

¡A correr oficiales raulistas!

La represión desatada para evitar la celebración del 20 de Mayo en la Isla denota que la dictadura está con los pelos de punta

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Desde horas tempranas del 20 de mayo, la policía impidió el acceso a la sede de APLP (foto archivo)
LA HABANA, Cuba.- De pronto pensaron los oficiales y tracatanes de la policía política del dictador Raúl Castro que los miles de defensores de los Derechos Humanos en Cuba irían a la explanada de la Punta, en el Malecón habanero, a celebrar el 20 de Mayo, como se hizo la primera vez en 1902, cuando surgió la República. A plena noche del día 19, se apresuraron a atajar a los miles de opositores.
Visitaron sus casas, ubicadas hasta en repartos lejanos de la capital, e hicieron llamadas telefónicas a tutiplén, amenazando, advirtiendo…
Seguramente gastaron mucha más gasolina venezolana de la que utilizaron el 1ro de mayo para transportar su ganado agradecido a  la Plaza y hasta las líneas telefónicas de ETECSA quedaron  congestionadas.
Estoy segura que despertaron a los líderes Marta Beatriz Roque, a Cuesta Morúa, a Oscar Elías Biscet, a Berta Soler, a Guillermo Fariñas, allá en la provincia de Santa Clara, a Rodiles, al abogado  René Gómez Manzano y a un centenar de periodistas independientes que escriben para los portales independientes bloqueados por orden de Raúl, esos que dicen demasiadas verdades sobre su fracasada administración.
Al periodista José Fornaris, presidente de la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP), lo llamaron a su celular para prohibirle una reunión que programaba con vistas a celebrar el 20 de Mayo en su domicilio. Y, el colmo de los colmos, llegaron a los confines de la  comunidad de Santa Fe, al oeste de La Habana, para despertar a esta anciana octogenaria y minusválida y a sus perros para advertirle en tono de esbirro nazi, que no se atreviera a ir a la casa de Fornaris.
Todo porque el presidente estadounidense puso buenos puntos sobre las íes, cuando en un comunicado de la Casa Blanca, dijo que “el despotismo cruel” no puede apagar el anhelo de libertad de los cubanos¨ y que su administración quedaba comprometida con el logro de los derechos del pueblo cubano.
Imagino cómo se habrá sentido el nuevo Jefe Máximo de la dictadura más vieja de este mundo, mientras utiliza las poquitas fuerzas que le quedan para aprobar nuevos documentos de un modelo económico y social, -“los más estudiados, discutidos y rediscutidos de la historia de la Revolución”-, olvidándose de que ese mismo modelo, como dijera Fidel, no sirve ni para nosotros mismos.
¿Qué le respondió a Donald Trump? Casi nada. Apenas un comunicado “light”, repleto de frases gastadas.
Tampoco respondió cuando, al morir el Tirano Número Uno, Trump lo calificó como un “brutal dictador” que oprimió a su propio pueblo.
Desde entonces el nuevo presidente de Estados Unidos se ha convertido en el millonario más querido por esa masa pacífica y heterogénea cubana, que por ser partidaria de la libertad y la democracia, sufre discriminación, represión, cárcel y todo tipo de vejámenes en la prensa nacional, controlada por la dictadura castrista.
Las descomunales declaraciones de Trump seguramente pusieron los pelos de punta al fracasado de Birán, con sus tiendas de productos alimenticios vacías, su vieja cartilla de racionamiento tan obsoleta como su ejército y un pueblo que espera por el prometido vaso de leche para desayunar.

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