sábado, 20 de mayo de 2017

Otro poeta robado

Guillermo Rodríguez Rivera pertenecía a un grupúsculo de poetas que solía mirar a la dictadura con espejuelos color de rosa

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LA HABANA, Cuba.- El poeta Guillermo Rodríguez Rivera (1943-2017), que ha muerto por estos días, es robado a través de honores póstimos por la dictadura castrista, como ha ocurrido con miles. A pesar de haber sido un excelente escritor con numerosos libros publicados y profesor universitario durante décadas, no le otorgaron el Premio Nacional de Literatura.
No fuimos amigos, es la verdad, a pesar de que nos vimos durante siglos en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la que fuimos fundadores. En tiempos pasados, Guillermo pertenecía a un grupúsculo de poetas que solía mirar a la dictadura totalitaria y militar de los hermanos Castro con espejuelos con cristales de color de rosa.
No querían ver el terror.
Pasaron los años y muchos de ellos fueron a vivir a países capitalistas. Los que quedaron aquí, poco a poco despertaron a la realidad, hasta convertirse, Dios los tenga confesados, en una especie rara de disidentes u opositores políticos, unos con canciones-protesta, otros desnudos entre lobos y el resto con disfraces insospechados.
Fue a partir de 2015, por esos caprichos del destino, que Guillermo y yo nos hicimos amigos por teléfono. Empezábamos a comprendernos por primera vez en la vida. Me confesó que le había gustado mi viejo libro de versos Todos me van a tener que oír y le envié con mi amigo Jorge Luis González, periodista independiente, mi último libro, Inventar un hombre, publicado por Ediciones ZV Lunáticas, de París. Quizás en broma le dije: ¿Serías capaz de comentarlo?
En cierta ocasión lo invité a escribir para la página web de CubaNet, pero a Guillermo, todavía con miedo, estoy segura de que no le desagradó mi propuesta. Me di cuenta de que lo iba a pensar.
Escribía crónicas para el blog Segunda Cita un espacio de debate y reflexión, según señala su actor principal, el cantautor Silvio Rodríguez. Las crónicas de Guillermo “suavecitas dentro de la Revolución”, como las cataloga mi colega Luis Cino, las leí en ocasiones. Los molinos de viento eran demasiado fuertes y sus reflexiones resultaban pálidas, cuidadosas y precavidas, aunque daban una idea de cómo progresaba la valentía de estos intelectuales, ante el espectáculo de un régimen apuntalado con generales privilegiados, repartiendo limosnas.
Es posible que quien más sobresale de todos ellos sea el poeta Víctor Casaus, quien desde antes y bien desde arriba, desde el Comité Central del Partido Comunista, miraba a sus amigos en espera de inesperadas convulsiones, para hacerles la cruz. No recuerdo si alguna vez haya formado parte de debates en la prensa de los primeros años de la dictadura, como sugiere. Por algo se trepó a las ramas más altas del árbol, hoy tan enfermo, grave, mientras sus viejos amigos poetas se decidieron a salir del closet.
Sólo así, quienes componen Segunda Cita, “mantienen el espíritu activo”, según Casaus y “la mente funcionando en muchas direcciones”. Pero, ¿acaso se atreven a decir que la juventud cubana, en vez de preferir el blog Segunda Cita, con sus cinco millones de visitantes, se empeña y logra conectarse con los portales de noticias independientes (Martí Noticias, CubaNet, 14yMedio…) con millones de lectores diarios, donde escriben al duro y sin guante decenas de periodistas y escritores cubanos, de frente al acoso, las represalias, las venganzas palaciegas, víctimas de un bloqueo interno que no les permite aparecer en los medios de prensa, por temor a las verdades que dice?
¿Será que están a la espera de la otra muerte del General, que le temen al armamento moderno ruso que está por llegar a Cuba, porque hay que sustituir un ejército obsoleto?

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