lunes, 6 de septiembre de 2021

 

El delito de fabricar queso en Cuba

El Artemiseño no aclara si después del arresto de Raúl Abréu Gómez y el reportaje condenatorio que el Noticiero Nacional de Televisión aireó sobre su caso, se le celebró o no un juicio y con qué resultado

LA HABANA, Cuba. ─ Una nota del colega Pablo González publicada en este diario nos informa de los avatares de Raúl Abréu Gómez. Se trata de un morador del poblado —antes habanero, ahora artemiseño— de Caimito del Guayabal. Este emprendedor alcanzó notoriedad hace alrededor de un año, cuando fue bautizado en la prensa oficialista como “el Rey del Queso”.

Ese seudónimo, en cualquier país normal, constituiría un motivo de orgullo para el aludido. El mote estaría poniendo de manifiesto que el así llamado es una persona con iniciativa, que se ha destacado en un sector productivo difícil, como lo es el de la fabricación de ese derivado lácteo tan codiciado. Pero no en nuestra Cubita del socialismo. Entre nosotros ese sobrenombre augura sólo persecución y cárcel.

Es el caso que, en el periódico El Artemiseño de este jueves, el colega Miguel Terry Valdespino publicó un escrito consagrado al personaje. El texto, que no carece de reminiscencias hagiográficas, describe a grandes rasgos la actividad de Abréu Gómez en la Finca “Santa Ana”, en las afueras del mencionado poblado de nombre frutal.

El trabajo periodístico narra los antecedentes de los integrantes de la familia, que, al radicarse en ese lugar “hace ya muchos años”, empezaron a ser conocidos como “los únicos revolucionarios” de la zona, y esto por la condición de militante del antiguo Partido Socialista Popular (comunista) del cabeza de familia. Por su parte, el hijo de este recibió el inquietante mote de “El Socialista”.

A su vez, del nieto del “pericón” se dice que, siendo ya ingeniero, regresó a la finca familiar ante “las serias complicaciones de salud” de su progenitor. Al retornar, “el panorama de la propiedad era desolador”. Parece ser que “El Socialista”, pese a  considerar su trabajo “una manera hermosa de servir a un país en Revolución” (la cursilería es del periódico), no se caracterizaba por sus buenos resultados productivos.

El recién llegado ingeniero tomó cartas en el asunto, pese a mostrar “una inexperiencia casi absoluta en lo referido a materia agrícola”. “Eliminó el marabú. Sembró pastos y alimento animal de  diversos tipos, capaces de garantizar sustento a las reses”. “Construyó un establo. Fabricó un equipo de ordeño mecánico”. Aumentó “de 20 a 140” el número de vacas. Y dio “valor agregado a la leche, con la elaboración de los mencionados quesos”.

Todo esto, que —insisto— en un país normal lo habría llevado a ser reconocido como un destacado productor, lo condujo en Cuba a ser acusado de “actividades económicas ilícitas”. Se trata de un delito-saco que en este manicomio en que los castristas han transformado a Cuba, se aplicó durante años a —digamos— un fotógrafo que grabara imágenes de una boda o cumpleaños, a un limpiabotas que embetunase unos zapatos. Todo esto sin licencia… ¡en una época en la que no existían las licencias!

Rememoro en líneas generales un caso análogo que atendí cuando aún trabajaba como abogado. No recuerdo ni el nombre de mi defendido, algo que —creo— puede disculpárseme si se tiene en cuenta que ¡hace ya un cuarto de siglo que me prohibieron ejercer mi profesión! En aquel caso, hubieran podido bautizar a mi patrocinado como “el Rey de la Piña”, pues era en ese cultivo que él se especializaba.

También en aquel caso las elevadas cifras de producción (que excitaron la envidia de los derrotados en la emulación) condujeron al arresto y el consiguiente despojo de mi cliente, y a su acusación y enjuiciamiento. Sus logros él los alcanzaba trabajando de sol a sol para su beneficio y el de su familia, ¿pero quién ha visto semejante cosa en un “país socialista” como Cuba!

Retornando a la provincia artemiseña y a los avatares del “Rey del Queso”, uno no puede menos que alegrarse de que, al menos en este caso puntual, haya habido una rectificación. ¡Lástima por los numerosos emprendedores que, a lo largo de estos muchos decenios, sólo conocieron la persecución, el despojo y la cárcel; ¡jamás una rectificación!

El Artemiseño no aclara si después del arresto de Raúl Abréu Gómez y el reportaje condenatorio que el Noticiero Nacional de Televisión aireó sobre su caso, se le celebró o no un juicio y con qué resultado. Conociendo (como conozco) a los actuales tribunales de mi país, estaré convencido (mientras no me demuestren lo contrario) que sí se le juzgó y sancionó: las cortes castristas no son un escenario adecuado para el triunfo de la justicia.

Lo mismo cabe decir de la prensa oficialista que sirve al régimen de La Habana. Si el diario local publicó ahora un reportaje en el que se reivindica al ingeniero Raúl, de seguro que ello no obedece a una investigación independiente hecha por iniciativa del colega Terry Valdespino o de su director. Esa decisión favorable a Abréu Gómez se tomó no en la redacción del periódico, sino dentro del aparato político comunista. Tampoco la prensa del marxismo leninista es un medio adecuado para la defensa de la verdad.

Hasta ahora los medios oficialistas no se han molestado en tratar de explicar por qué hizo falta todo un año para reconsiderar lo decidido. Tampoco han aclarado si, en el mismo Noticiero Estelar de Televisión en el cual lo calumniaron hace un año, aun sin haber sido acusado formalmente o juzgado, se hará o no una rectificación pública de las anteriores mentiras.

En cuanto a la osada afirmación del periódico local (que don Raúl se encuentra “en camino a recuperar todos los medios de su propiedad”), sólo me animo a aconsejar al emprendedor de la provincia artemiseña que esa parte de su reivindación la afronte con especial ecuanimidad. Estos comunistas son bien rápidos para perpetrar un despojo; pero harto lentos cuando de realizar una devolución se trata.

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René Gómez Manzano

René Gómez Manzano

(La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux. Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano

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