viernes, 17 de diciembre de 2021

 

uba: delatores, lagrimeos y represión

Al desvelar la verdadera identidad de uno de sus agentes, los cuerpos represivos del castrismo revelan su temor

LA HABANA, Cuba. — El inefable Humberto López, en una nueva entrega del culebrón “Las razones de Cuba”, se superó a sí mismo este lunes. El presentador, que gracias a su incondicionalidad ha trepado como la espuma, se ha encargado de presentar a los televidentes cubanos los materiales que —resulta obvio— le suministró la policía política del castrismo.

En el horario pico —el del Noticiero Estelar de la Televisión— exhibió fragmentos de una conversación telefónica entre dos particulares, grabada en lo que tiene todos los visos de constituir una ilegalidad arbitraria. El material, tras ser editada al antojo de especialistas en esos menesteres, fue mostrado al público cubano.

Pero el plato fuerte de la transmisión fue el “destape” del médico Carlos Leonardo Vázquez González, el agente “Fernando” de la Seguridad del Estado, quien durante un cuarto de siglo se hizo pasar por una persona desafecta al régimen comunista. Al contemplar el rostro de este personaje, tuve que recordar una anécdota de mi querido hermano de causa Félix Bonne Carcassés.

Me contaba Bonne que, durante su estancia en la prisión política, los encargados del TOS (Trabajo Operativo Secreto), otra rama del mismo aparato represivo, le asignaron un preso delator para que informase lo que él hacía. Este pobre hombre (en ambos sentidos de la frase) se esforzaba por cumplir con la tarea, pero lo hacía tan mal que el agudísimo Bonne lo detectó de inmediato.

La chapucería era tal que el exprofesor universitario no pudo resistir la tentación de hacerle un comentario sobre el particular al oficial de la Seguridad del Estado que “lo atendía”. “¿Pero será posible que ustedes no puedan conseguir un chivato más hábil que ese!”, le comentó. La respuesta del represor fue honesta al mismo tiempo que cínica: “¡Ay, Bonne, el panadero hace el pan con la harina que le dan!”.

Volviendo a las desvergonzadas “Razones de Cuba”, forzoso es reconocer que el trigo molido que fue empleado, en este caso por disposición de los “segurosos”, dejó muchísimo que desear. En lo personal, confieso que yo sentiría alarma si en un lugar apartado, oscuro y solitario me encontrara con un rostro como el que usa el “agente Fernando”.

En sus deposiciones (una vez más debo recordar que el vocablo tiene dos acepciones) el doctor Vázquez nos obsequió una de las perlas de su intelecto: “Soy un cubano, un revolucionario, un martiano y —lo más grande— un fidelista”. ¡Estupenda confesión! O sea, que, para el informante del G2 y para quienes confeccionaron su cinta, ¡el fundador de la dinastía castrista es más grande que Cuba, que la misma revolución y que Martí! ¡Y después les molesta que hablemos de guataquería! (“obsecuencia” para los que prefieran el castellano culto).

El objetivo presumible del material fílmico era —como es obvio— descaracterizar a la cabeza visible del grupo Archipiélago, el joven dramaturgo Yunior García Aguilera. En tal caso, forzoso es reconocer que el resultado ha estado muy por debajo de las pretensiones que abrigaban quienes “destaparon” al personaje y recogieron sus declaraciones.

El informante de rostro poco tranquilizador aludió a la presencia de “dos generales” en un evento al que Yunior, él y muchos más asistieron. Pero la pretensión de utilizar esa circunstancia para hacer ver la supuesta índole violenta de las intenciones reales del autor dramático y sus amigos queda frustrada al no aportarse el menor elemento adicional que sirva de sustento a esa interpretación tendenciosa de lo sucedido.

En el ínterin, la prensa independiente se ha hecho eco de múltiples comentarios sobre el “agente Fernando”. El portal digital CubitaNOW recoge el dicho del usuario Armando L. Martínez, quien plantea que el médico, que ahora habla de ética, alargaba sus manos con codicia para recibir los numerosos regalos que le hicieron él mismo y su esposa con el propósito de lograr que él prestara sus servicios “con fluidez”.

El científico Oscar Casanella revela que desde hace años sospechaba de la condición de informante del galeno. Ariel Ruiz Urquiola narra la turbia intervención del facultativo en una huelga de hambre que realizó porque a su hermana no le suministraban los medicamentos a ella recetados. El pastor Mario Félix Lleonart formula una acusación mucho más grave, pues sitúa al doctor prestando atención a la líder de las dignas Damas de Blanco, Laura Pollán, en los días que precedieron a su turbia muerte en un hospital.

Mientras tanto, no han faltado las loas prodigadas en la propia Televisión Cubana al facultativo-delator. Uno de los especialistas de su propio centro asistencial declaró sentirse “orgulloso” de tener un compañero de trabajo como ese. Una afirmación que es bastante poco creíble, si tenemos en mente los numerosos informes que, a lo largo de sus 25 años de servicios encubiertos, debe haber formulado “Fernando” contra sus mismos colegas.

Otro (con un atrofiado sentido del ridículo) reveló que, al conocer de la verdadera condición de Vázquez, “se le aguaron los ojos”. Lo que no puntualizó ese declarante fue si ese humedecimiento se debió a la emoción que sintió (que es, claro, la imagen plañidera que querían proyectar los autores del documental) o si el lagrimeo, una vez más, fue ocasionado por el temor de haber sido objeto de alguna delación de “Fernando”.

En cualquier caso, a las numerosas declaraciones, advertencias y comentarios dirigidos contra el desfile popular señalado para el venidero 15 de noviembre, ahora se agrega el “destape” de un informante de la inteligencia cubana. Todo indica que, en las altas esferas del castrismo, el miedo a la actitud del pueblo crece y se afianza.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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René Gómez Manzano

René Gómez Manzano

(La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux. Actualmente es miembro de la Mesa de Coordinación del Encuentro Nacional Cubano

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