lunes, 17 de marzo de 2014

VENEZUELA: “A PESAR DE SU PETRÓLEO”




René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente

El desastre económico instaurado por el régimen chavista en Venezuela se completa ahora con el racionamiento

Numerosos son los problemas que en las últimas semanas ha venido confrontando el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Los más graves —a no dudarlo— son los derivados de la violenta represión que las fuerzas chavistas —uniformadas unas veces y otras con carácter extraoficial, pero reconocidas por el régimen— han desatado contra las manifestaciones pacíficas —aunque enérgicas— de la oposición. Por desgracia, los muertos pasan ya de la veintena.

Mientras corre la sangre, la economía del país sudamericano continúa su caída libre. Pese a los altos precios del petróleo, el despilfarro gubernamental ha provocado el control de divisas, que afecta al capital, al mismo tiempo que sirve como fuente de fáciles ganancias para los paniaguados del régimen. Éstos logran ingresos millonarios gracias a las tasas de cambio preferenciales que disfrutan.

El aparato productivo nacional se ha desplomado a consecuencia de las medidas anti-empresariales aplicadas por el gobierno bolivariano que, como una especie de nuevo perro del hortelano, ni produce ni deja producir. El resultado ineludible de ese desastre ha sido la escasez de productos, que se ha convertido en un mal endémico en la patria de Bolívar.

La propaganda oficial, personificada en las palabras del ex guagüero devenido presidente, atribuye la gran carestía a “la guerra económica” supuestamente desatada por la oposición. “¡Nadie tiene excusas para andar especulando!”, bramó el actual mandamás dirigiéndose a los comerciantes particulares.

Una vez más, los chavistas, en su intento por resolver el desbarajuste que ellos mismos han creado con su desgobierno, tratan de aplicar las recetas que sirvieron a sus mentores de La Habana hace más de medio siglo. Sólo que hay una importante diferencia: mientras que Castro controló con rapidez todos los medios masivos de comunicación, en Venezuela, aunque sometida a un fuerte acoso, subsiste aún una prensa independiente. Hoy, a ello se suman las modernas redes sociales.

En medio de ese cuadro, Nicolás Maduro y su equipo se enfrentan a uno de los más espinosos problemas que puede tener ante sí un régimen dirigista. La piedra de toque ante la que fracasan los más sesudos e instruidos administradores; el dilema contra el que se estrellan los planes mejor concebidos: La necesidad de distribuir la miseria.

Las mismas autoridades reconocen que faltan por completo 28 de los 100 productos de primera necesidad que, por su especial importancia, son monitoreados con ese fin. Los que sí se encuentran deben ser adquiridos al costo de largas colas; la alternativa es irse con las manos vacías.

En medio de la carestía y al amparo del poder arbitrario, surgen iniciativas demenciales. Ahora mismo, en las tiendas de Caracas, los parroquianos, para poder adquirir harina o aceite, son marcados en la muñeca como si de reses se tratara. Las víctimas de esta humillación exhiben muy ufanos esos signos de infamia ante los dependientes, con tal de poder realizar las ansiadas compras.

Mientras tanto, el inefable Maduro anuncia muy orondo lo que, en el paroxismo del descoco, declara ser “un sistema superior” que, siempre según él mismo, servirá “para aplastar a los especuladores que se aprovechan”.  Tras quince años de chavismo, la dirigencia bolivariana ha descubierto la cartilla de racionamiento.

Eso sí, el método es harto moderno, pues empleará “una tarjeta bancaria electrónica”, según se ha anunciado. Siempre según el ex guagüero, el invento, que él calificó como “nuevo sistema”, tiene “un conjunto de componentes” dirigidos a fortalecer “el apoyo de la familia que va a abastecerse”. La guinda del pavo es un sorteo de premios para quienes participen.

En su permanente huida hacia adelante, los “socialistas del siglo XXI” se las han arreglado para hundir la economía de Venezuela de manera constante. No hay que asombrarse —pues— de que cada vez sea mayor el número de los descontentos con ese sistema incapaz y corrupto. Mientras tanto, la propaganda oficialista cubana silencia o encubre las lacras del chavismo.

Recuerdo que lustros atrás, bajo el encabezamiento “A pesar de su petróleo”, el periódico Granma publicaba, en tiempos de la llamada “IV República”, un espacio consagrado al país sudamericano. Esto se hacía bajo presidentes con los que las relaciones se mantenían tensas por cualquier motivo. Allí se examinaban con lupa los más nimios pecadillos del gobierno venezolano de turno.

¿No sería correcto y oportuno que los plumíferos castristas renovaran la publicación de esa sección! ¡No me digan que ahora, en medio del desbarajuste instaurado tras decenio y medio de chavismo pese a los precios altísimos del crudo, no resultaría más pertinente que nunca ese espacio intitulado “A pesar de su petróleo”! La Habana, 12 de marzo de 2014.

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