lunes, 23 de junio de 2014

¿NUEVO CANJE DE PRESOS?


Presidente Corriente Agramontista












René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


El encarcelamiento de Alan Gross se mantiene en Cuba sin perspectivas de solución

El pasado miércoles, la prensa dio una noticia triste: Falleció la señora Evelyn, madre del contratista estadounidense Alan Gross, quien se encuentra preso en Cuba, condenado a quince años de prisión por el “terrible delito” de intentar facilitar a sus correligionarios judíos de la Isla unos equipos de comunicación satelital. Se trata de objetos cuya tenencia es lícita en todo el mundo. Pero según los inefables tribunales castristas, esa conducta atenta contra la seguridad de la Nación.

La señora tenía 92 años de edad, y padecía de cáncer en ambos pulmones. Se puede decir que el desenlace era —pues— esperado. Pero precisamente por esta razón resulta más cruel la actitud asumida por el gobierno cubano, que rechazó la petición formulada por los familiares y abogados del norteamericano para que él pudiese ir a visitar a su anciana mamá antes del inevitable final, que una nota oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Isla (MINREX) califica ahora de “infortunada noticia”.

Este doloroso sucedido tiene lugar pocas semanas después de difundirse determinadas especulaciones sobre el posible intercambio del contratista por los únicos tres espías castristas integrantes de la llamada Red Avispa —desmantelada hace un decenio y medio por el FBI— que aún permanecen en cárceles de Estados Unidos.

A raíz de ese anuncio, algunos concibieron esperanzas de que por fin se hiciera realidad la consigna anunciada de manera triunfalista, hace más de un lustro, por el fundador de la dinastía Castro: “¡Volverán!”. Pero al respecto hay que decir que los sucesos más recientes en el gran país del Norte hacen que las dudas sobre el cumplimiento de esos pronósticos resulten cada vez más fundadas.

Durante mi reciente estancia en la Florida, pude aquilatar la reacción de la prensa libre de Estados Unidos a raíz de otro intercambio de análoga naturaleza: el realizado hace unos días entre el desertor norteamericano Bowe Bergdahl y cinco de los peores terroristas talibanes, quienes permanecían recluidos en la Base Naval de Guantánamo.

Las secuelas del canje prometen convertirse en un largo culebrón que incidirá en las elecciones parciales del próximo noviembre. Salen a la luz las declaraciones de los antiguos compañeros de pelotón del ahora repatriado, que lo caracterizan de manera harto negativa. No faltan analistas que sopesan el intercambio y concluyen que en él la Parte Norteamericana salió —con mucho— peor parada.

Como cabía esperar (dada su conocida identificación con el Partido Republicano), la Cadena Fox ha convertido esta cuestión en tema permanente de sus transmisiones. Pero no sería acertado pensar que la cobertura del asunto tiene un carácter sectario, pues dentro de los demócratas no faltan las voces que ataquen también la desigual permuta.

Elemento interesante del debate es la exhibición de los rostros patibularios de los terroristas que, gracias al acuerdo, han salido en libertad y podrán reanudar ahora sus fechorías. Esto lo hace Fox de manera constante. Estoy convencido de que sus jetas serían valoradas por Cesare Lombroso —el creador de la teoría del “delincuente nato”— como cinco demostraciones irrefutables del acierto de sus hipótesis.

Con independencia del resultado que llegue a tener este debate en el seno de la gran democracia norteamericana, el asunto no dejará de tener incidencias en la situación de nuestro país. De modo particular —como ya apunté—, en las esperanzas que algunos han concebido sobre las posibilidades de realizar el intercambio entre el contratista norteamericano y los tres espías castristas.

Lo anterior incluye a las propias autoridades cubanas, las que ahora, en la ya mencionada Declaración del             MINREX, mencionan de modo eufemístico la “disposición de Cuba a buscar de conjunto con Estados Unidos una solución a los casos de Gross y de Gerardo, Ramón y Antonio, que sea aceptable para ambas partes…”.

A mi modesto entender, lo importante no es la evidente asimetría entre los dos objetos del presunto canje (como es obvio, esa desigualdad sería menor que entre Bergdahl y los cinco talibanes). El problema es que, después de la violenta reacción que ha provocado este último trueque, parece razonable dudar que la actual Administración demócrata de Washington se embarque en otra permuta similar, que despertaría críticas no menos virulentas.

Cabe presumir —pues— que mientras el gobierno del general Raúl Castro no abandone sus planes de intercambiar a tres espías convictos por un simple contratista y se niegue a excarcelar a este último, continuarán cerradas las posibilidades de normalizar las relaciones entre la Isla y Estados Unidos. Los grandes perjudicados con ello serán el sufrido pueblo cubano y las posibilidades de que se halle una apertura real a la crítica situación que sufre hoy nuestro país. La Habana, 19 de junio de 2014.

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